ARRECIFES
Ferrajoli en Colombia
Ha vuelto Luigi Ferrajoli a Colombia. El viejo funcionario judicial que ejerció como “Pretore” en Prato, en plena Toscana italiana. El profesor de filosofía del Derecho de la Universidad de Camerino y el siempre actual autor de “Derecho y Razón” o de la monumental “Principia Iuris”, toda una teoría del derecho que, lamentablemente, es más citada que practicada.
Estuvo en las dos universidades que aportan el mayor número de funcionarios judiciales en el país, La Libre y El Externado. Lo llevaron a la Fiscalía, pero no lo contrataron. Como con el señor caído en Semana Santa, lo pasearon por todos lados. Lo exhibieron y se exhibieron con él. Y como ocurre en todas las historias bíblicas, fueron los faríseos y los impíos de la justicia los que más cerca estuvieron del viejo apóstol del garantismo.
Ahí estaban a su lado los que desde sus cargos han perseguido a todos los jueces que se han atrevido a contrariar una acusación de la Fiscalía. Cada que un juez determina que la Fiscalía no fue capaz de probar su hipótesis de acusación, es decir, que no cumplió, en términos de Luigi Ferrajoli, con el principio de “estricta jurisdiccionalidad” y que por tanto se impone la absolución, con prescindencia del nombre o “fama” del acusado, aparece un aparatoso allanamiento para castigar con la humillación pública de una orden de captura a ese juez que osó aplicar la “Teoría del Garantismo Penal”.
Es claro que las autoridades de la Fiscalía que ordenan procesar jueces cada vez que adoptan decisiones que a ellos no les gustan, y los jueces que respaldan las solicitudes de captura o de medidas de aseguramiento contra sus colegas no quieren saber nada de lo que Ferrajoli llama las garantías “orgánicas”, es decir, las que tienen que ver con la independencia, autonomía e independencia del juez en el desempeño de su función.
Allá estaban siguiendo la persona de Ferrajoli, alelados con su figura, pero alejados de la sustancialidad de su discurso garantista, todos los fiscales que son capaces de mantener en la cárcel a un hombre por una nariz. Los mismos fiscales de la Unidad de Derechos Humanos para quienes portar el uniforme policial o militar es un indicio en contra suficiente para sustentar una medida de aseguramiento, estaban ahí sentados. Para todos esos fiscales ni la presunción de inocencia, ni la duda a favor del procesado son garantías que apliquen cuando el procesado viste alguno de los uniformes de las FF.AA.
Allá vi altos funcionarios que fueron capaces de ordenarle a un subalterno con todo el “saber-poder” del que habla Ferrajoli, torcer el uno para ejercer el otro en forma de medida de aseguramiento contra un parlamentario a quien en la época era “conveniente” encarcelar. Ahora todos -menos ellos- pagaremos la altísima indemnización por esa privación injusta de la libertad.
Adoran al autor, pero ninguno parece saber, que es uno de los que más ha escrito contra la “salvaje institución de la prisión provisional”.
Con Ferrajoli en el derecho penal pasa como con Jesús en el catolicismo, todos lo siguen, pero ninguno lo aplica.
@Quinternatte