HUGO QUINTERO BERNATE | El Nuevo Siglo
Martes, 12 de Agosto de 2014

Sequías

 

Medio país se estámuriendo de sed. En el otro, paradójicamente, se presentan inundaciones, como ocurrióen el pasado fin de semana en Buenaventura o en Baranoa (Atlántico). Y los dos fenómenos son el cara y sello de una misma moneda: la de la irresponsabilidad absoluta en el manejo de los recursos naturales.

Las imágenes de ganado deambulando en campos polvorientos, sin nada que comer, ni que beber que han mostrado de Arauca o de La Guajira. O las de los habitantes de la alta Guajira y de Santa Marta buscando agua en cualquier lugar o pagándola al precio que les quieran cobrar los de los carrotanques, son, en todos los casos, el símbolo evidente de la corrupción y la negligencia, no solo estatal sino, ciudadana.

Los ganaderos de La Guajira o del César que están promoviendo paros y reclamaciones por ayudas estatales para paliar la crisis del agua en su industria, son los mismos que han deforestado las cuencas de los ríos para hacer potreros o han quemado las sabanas y las ciénagas para desecarlas con el mismo propósito.

Igual cosa puede predicarse de quienes con el primer aguacero ven inundadas sus pequeñas propiedades y ahogados sus enseres. Los caños o las alcantarillas que se rebosan, son los que ellos mismos han llenado de basura y toda clase de desechos durante los meses secos.

Lo mismo pasa en el altiplano cundiboyacense, que en las sabanas llaneras o en las alturas de La Cocha. Cualquiera que vaya por la carretera de Bogotáa Chiquinquirápuede advertir el descarado ecocidio perpetrado contra la laguna de Fúquene. A simple vista es posible constatar las miles de hectáreas que le han robado a ese cuerpo de agua, hoy dedicadas al cultivo de papa y hortalizas o a la ganadería intensiva.

En los páramos cundiboyacenses la gran amenaza son los paperos que cada vez ascienden más sus cultivos, afectando directamente esas fábricas de agua. Y si por el lado de la legalidad llueve, por el de la ilegalidad, no escampa. Entre todas las víctimas que están peleando entre ellas por presentarse en la mesa de La Habana, hace falta un representante que reclame por los cientos de ríos y quebradas contaminadas por la guerrilla con sus atentados a la infraestructura petrolera o con los miles de toneladas de químicos que los laboratorios de cocaína vierten a diario sobre los acuíferos.

En cualquiera de las múltiples tareas que el Gobierno repitente anunciópara su nuevo período, debería incluir la de una política ecológica seria. En la de paz, para pensar en una tarea que pueden desempeñar los reinsertados, ayudando a reconstruir lo que tanto han destruido. O en la de educación, a ver si la gente aprende que el agua no nace en los acueductos municipales, ni se reproduce en las botellas del contaminante plástico en que la venden.

Las perspectivas lamentablemente no son nada halagüeñas. Nadie toma el tema en serio. En el debate sobre la sequía, por ejemplo, a uno de los senadores más destacado le pareciómás importante ponerse a jugar en su teléfono inteligente. Mucho Tetris.

@Quinternatte