HENRY BRADFORD SICARD | El Nuevo Siglo
Jueves, 21 de Agosto de 2014

Bogotá como modelo

 

En junio de 2012 se llevó a cabo la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, en la ciudad de Río de Janeiro. En ese encuentro global, más conocido como Rio+20, líderes mundiales de sectores públicos y privados, se reunieron para analizar diferentes formas de reducir la pobreza en el planeta, fomentar la equidad social y garantizar la protección del medio ambiente, a la luz de un planeta cada vez más denso en población y más interconectado. Fue la oportunidad, también, para visualizar el mundo que queremos tener en 20 años y cómo, desde las responsabilidades y compromisos de cada país, podemos construir ese futuro común.

Precisamente, en el marco de esos compromisos que buscan establecer propuestas concretas para el mejoramiento ambiental y desarrollo global, la semana pasada Bogotá se convirtió en la sede de RÍo+20, para tratar temas de ciudades, transporte y turismo sostenibles. Más de 300 líderes nacionales e internacionales se reunieron para debatir temas de movilidad alternativa y generación de energía. Con respecto a la movilidad, las discusiones se centraron en buscar formas alternativas de transporte en las grandes ciudades como, por ejemplo, el incremento en el uso de autos eléctricos o de bicicleta. Para hacer realidad estos proyectos, deben primero convertirse en meta de los gobiernos nacionales y segundo, se tienen que hacer los ajustes necesarios en la infraestructura vial de las ciudades. Aunque Bogotá se presenta al mundo como ciudad modelo en temas de movilidad, por iniciativas como Transmilenio o el SITP, la Administración debe poner los recursos necesarios y establecer políticas tendientes a modernizar el transporte público con el uso de la movilidad eléctrica y la adopción de tecnologías ecoeficientes. Adicionalmente se pretende fomentar el uso de la bicicleta por parte de los ciudadanos, como opción de transporte en el futuro. Estas medidas contribuirán a reducir en un alto porcentaje los niveles de contaminación ambiental y lograrán una mejor calidad de vida. 

Sin embargo, lo que el ciudadano de a pie se pregunta es cómo lograr que estas buenas propuestas se puedan implementar superando otros dolores de cabeza que aquejan a Bogotá, como son la falta de civismo, la inseguridad y la impunidad. Hoy día muchas personas ya utilizan la bicicleta como medio de transporte para ir a sus trabajos, pero es casi un milagro llegar al destino final sin antes haber tenido varios contratiempos por culpa de ciudadanos imprudentes al volante de los automóviles, por los amigos de lo ajeno o simplemente por el pésimo estado de las vías. Adicionalmente, la contaminación de la ciudad hace casi imposible que las personas que utilizan la bicicleta o que simplemente caminan por la ciudad, logren tener aire saludable para respirar. Los altos niveles de polución son generados, en gran medida, por los vehículos de transporte público y camiones, que parecen no tener que cumplir con las reglamentaciones establecidas por el Ministerio de Transporte, en materia de revisión técnico-mecánica y de gases.

Ojalá que el cumplimiento de las normas por parte de todos los ciudadanos y la ejecución de los compromisos establecidos en RÍo+20-Bogotá, por parte de la Administración,  sean una realidad para mejorar la calidad de vida de nuestra querida ciudad y que podamos, a futuro, convertirnos en modelo real de ciudad para el mundo.