GUILLERMO LEÓN ESCOBAR | El Nuevo Siglo
Martes, 10 de Septiembre de 2013

¡Lo siento mucho!

 

Creo que es la expresión que más se escucha hoy día entre nosotros. La usa el guerrillero a quien se ha logrado convencer de que  matar, secuestrar, boletear y torturar son delitos y que él -por consecuencia lógica- es culpable y se despacha risueño con un “lo siento mucho” que parece entregarle una inocencia recobrada. Igualmente hacen uso de la expresión los paramilitares, los de las Bacrim, los pedófilos vengan de donde vinieren, los estafadores que les han robado los ahorros a muchos o han sabido -en las pirámides- responder a la codicia de muchos.

Usan igualmente el “lo siento mucho” aquellos que han abusado de la confianza otorgada y no pagan sus deudas o los funcionarios públicos que prometen en nombre de la nación canalizar recursos de bien común para cumplir con los mínimos de vivienda, vías, asistencia en salud y lamentablemente algunos servidores de la fuerza pública que traicionan los ideales que juraron cumplir.

Recientemente y con ocasión del “Paro Agrario” la policía  tuvo la buena idea de poner a circular un afiche con las fotografías de un mínimo de personas -vándalos-que participaron  en pedreas, manejo de bombas explosivas, de garrotes y  destrozos en general a fin de que la comunidad ofendida los denuncie. Algunos - algo menos que veinte- se presentaron por consejo, seguramente, de abogados a decir que sí, que ellos habían participado. Y la expresión salió con una espontaneidad enorme y todos los escuchamos decir con una tranquilidad pasmosa el “lo siento mucho” luego que los jueces(?) los dejaran en libertad ya que “no son un peligro para la sociedad”. Y no faltó quienes aplaudieran esa entereza ciudadana con tanta vehemencia que se quedaría corta la autoridad si los condecora.

Por qué no pensar en que estos vándalos de no poder ser llevados a la cárcel paguen con trabajo comunitario limpiando los edificios que dañaron y si son mayores pagando una cuota parte del costo de lo destrozado. Y si son menores de edad que acudan al mismo procedimiento respaldados solidariamente por sus padres y familiares.

Bien valdría la pena frente a la impunidad de estos vándalos que pongan en libertad a los detenidos por  hurto famélico o a aquellos pobres que han cometido errores más simples que el ocasionado por estos no-ciudadanos que nos han asustado a todos, nos han llevado a las fronteras del temor con la certeza de que atentar contra la tranquilidad pública no se sanciona.

“Lo siento mucho” es también palabra preferida de los  políticos de escaso calado moral no importa a qué partido pertenezcan y que han prometido a sus electores y a la población general llevar adelante tal o cual iniciativa y no lo hacen.

La promesa es la clave del discurso político; el cumplimiento de ella es la verdadera “política”.

Lamentablemente el aflojamiento de los valores nos está llevando a la orilla de un abismo. Caer en él será una tragedia frente a la cual no bastará el cinismo repetido del “lo siento mucho”.

guilloescobar@hotmail.com