GUILLERMO LEÓN ESCOBAR | El Nuevo Siglo
Martes, 16 de Octubre de 2012

Se ordena morir

 

Una  de las grandes paradojas de la historia está constituida por el momento en que dos vertientes  del “mal pensar” se encuentran y van formando una cultura en la cual los derrotados del pasado terminan venciendo la guerra luego de haber perdido algunas batallas.

Una de ellas indica que el Tercer Reich perdió una batalla pero no la guerra que ha terminado por vencer. En esa época se llamó “Programa eugenético Aktion T4”; una parte de ese programa se encargaba de lo que llamamos hoy “Eutanasia” y la otra parte de la selección de niños perfectos  “físicamente”. Nerón y Hitler ordenaron a sus enemigos matarse para, al menos conservar esa parte del honor de no haber muerto por mano ajena. Así sucedió a muchos generales del ejército alemán y esa fue la suerte del moralista  Séneca. También corrientes filosóficas como los estoicos y los epicúreos admiraban a los suicidas.

La otra vertiente es aquella que estructura su forma de pensar en la sociedad desacralizada que se proclama “rabiosa  e impropiamente laica” y que -renunciando a Dios- considera que  ésta es la única vida y es preciso gozarla bajo los términos del “Carpe Diem” (aprovecha el instante) en el hedonismo que sólo es posible cuando se ha eliminado el concepto de culpa. Aquí nadie es culpable y al no serlo todo lo que incomode debe ser puesto de lado o eliminado. Es el Darwinismo social.

Darwin tenía la inteligencia que no han tenido sus divulgadores. Francis Bacon, que es quien introduce el término de la eutanasia, considera con él la asistencia de un médico hasta la muerte natural en donde la tarea del galeno es hacer todo lo posible para que llegue a ella sin dolor o con el menor dolor y sufrimiento posibles.

La pregunta es, ¿dónde quedó el juramento hipocrático? Ese médico que vivió siglos antes aún del Cristianismo que afirmaba: “No daré a nadie, aun si por propia voluntad lo solicita, una droga que sea mortal… ni daré a ninguna mujer un abortivo”.

¿Cuál es la fórmula del juramento hoy? Sería bueno saberlo para tener certeza de las manos en que estamos en el servicio de salud. No queremos terminar en el “eufemismo” de la “ayuda al enfermo” que consistía en acelerarle la muerte o la gran expresión de falso humanismo de la “muerte indolora con gas“.

Los cristianos saben que su opción es por la vida y defensa de ella ante el más inocente e indefenso como es el niño por nacer o ante el anciano que hoy muchos consideran  “sujeto inútil“. Las mesas de discusión, los contrapuntos en los medios son de sonreír. “Yo soy católico pero …” No; si lo es ya está ubicado al lado de la vida y no tiene derecho de ocultarse porque en la cristiandad no se trata tan solo de creer en algo sino en alguien que ratificó la verdad absoluta , fundadora del humanismo, del “No matar”.

Guilloescobar@yahoo.com