GUILLERMO LEÓN ESCOBAR | El Nuevo Siglo
Martes, 12 de Agosto de 2014

Todo a su tiempo

 

Mijail Gorbachov ha escrito una autobiografía en la que da cuenta de los pasos dados para cumplir una cita con la historia y convertirse en uno de esos grandes hombres que triunfan cuando el vulgo cree que han fracasado. Pertenece a esa raza de quienes, en verdad, saben que deben ir al sacrificio para que triunfen sus convicciones y sus sueños. Raisa -su señora– vivió con él la aventura de ser interlocutora de ese diálogo creador de quien no solo acompaña el vivir sino que participa en la construcción de caminos diferentes y que recuperan la igualdad de los “géneros” en los terrenos duraderos de la inteligencia.

Son estos casos raros -también lo fue el de Maritain y su señora Raisa- en donde son pareja de esfuerzos y de críticas concordancias. Grandes mujeres han tenido la desgracia en la vida pública de ir de la mano de quienes no han dado la medida y grandes hombres han tenido la desventura de tener a su lado tan solo la vanidad pasajera adicta a reiteradas superficialidades.

A diferencia de la mayoría de los políticos el líder de la Perestroika -que  con Kohl, Juan Pablo II, Reagan lograron dar término a la guerra fría y escenificaron la caída del Muro de Berlín- guerra remplazada hoy por “la paz caliente” -de los preliminares de la tercera conflagración mundial- se sentaba en la tranquilidad de su casa a pensar con ella sobre los grandes temas y a meditar sobre las grandes decisiones y sobre todo a tratar de “diseñar” cuando los tiempos y las circunstancias iban a madurar a fin de tomar decisiones acertadas.

La enseñanza de este diálogo que solo la muerte de Raisa en Münster interrumpió es que la inteligencia del análisis y la claridad de las decisiones deben esperar -en la vida personal y sobre todo en la política- el momento oportuno. Vieja sabiduría aquella que en la política  -lo importante no es tener la razón sino tenerla a tiempo-.

Gorbachov no es de aquellos  que pretenden saberlo todo y reclaman lealtad a sus ignorancias. Es un líder que sabe lo fundamental: pensar y que a ello añade la capacidad de pasar por buen filtro las informaciones y de escuchar -sin resentimiento- el pensar de los amigos y las reflexiones de los adversarios que eran puestas en  reflexión con Ella, la compañera que nunca quiso robarse los protagonismos y que se sabía elegida como interlocutora por su marido y no que la votación que a él favoreció la convirtiera en una dirigente política complementaria.

Sin duda un gran libro esta autobiografía lejana de baratos rencores y cercana a grandes propósitos de humanización y reconocimientos de los fragmentos de verdad dispersos en tantas personas de buena voluntad que esperan ser escuchados para sentir que el bien común es una construcción de todos.

“En el horizonte se encontrarán nuestros caminos” acostumbraba decirles a sus adversarios y contradictores que pensaban honestamente la política y a quienes apreciaba. Lo contrario con aquellos que sistemáticamente querían impedir el desarrollo, interesados como estaban tan solo por su frágil vanidad.

guilloescobar@yahoo.com