LasPetradas’ me indignan
Así como Plaza Sésamo hizo famoso al Monstruo Comegalletas, el caos creado por Petro, haría célebre a un Monstruo Comebasuras.
Hasta hace unos días, Bogotá se quejaba de tráfico insoportable, cráteres en las calles, asaltos callejeros y peloteras en Transmilenio.
Pero el 17 en la noche le apareció otro aderezo a nuestra exlinda ciudad, presidida por un Alcalde regido por la autocontradicción.
He llegado a pensar que cuando ese señor se mira al espejo se ve parado en la cabeza. Parecería que todo él viviera -como los muñequitos de algunos relojes en los minuteros- agarrado a esa flecha que tienen los computadores y las cámaras para girar imágenes.
La mejor forma de saber qué es lo que no va a pasar en Bogotá, es leer los trinos del alcalde, contando lo que él dice que sucederá.
Y como el descaro es ilimitado, los defensores de Petro (aún quedan algunos que sospecho viven en Marte o en Tasmania), dicen que hay una persecución de los medios contra el Alcalde. Que todo son inventos de los periodistas y calumnias de la oposición.
Si el Alcalde y su combo de turno perdieron la autocrítica, fatal, porque ésa es una de las cosas más graves que le puede pasar a una persona y a una sociedad; pero eso no nos obliga a todos los demás, a cohonestar con el desastre, agachar la cabeza y resignarnos a dejar una ciudad de 8 millones de habitantes, en unas manos consagradas a la improvisación, el narcisismo y la negación.
No hay uno solo de los sentidos ciudadanos que no se vea agredido con el rollo armado por Petro con el tema de las basuras. No hay que ser comunicador, ni dueño de un micrófono o de un portátil, para ver la mugre tirada en las calles, y saber que eso -además de ser un asco- atenta contra la salud y la estética públicas y privadas.
Habitar una ciudad limpia no es lujo ni capricho; es exigencia, derecho por el que se paga (y bastante), y no garantizarlo debería ser penalizado.
Una ciudad decente merece la posibilidad de encerrar o destituir a un Alcalde, que a la fuerza cubre sus calles, andenes y antejardines con imprevistos y dantescos basureros; y convierte a los ciudadanos, en hombrecitos con tapabocas en las puertas de sus casas.
¿Durará el anunciado pre-acuerdo con las tres compañías privadas, hasta el próximo berrinche del Alcalde?
Ojalá cuando lleguen las elecciones presidenciales tengamos claro que las latitudes 12°30’ norte y 4°13’ sur no pueden convertirse en los límites de un enorme mugrero nacional, sino en las coordenadas de un país con la conciencia, las calles, el pensamiento y la acción, íntegros y limpios.
Perdón por haber dedicado el Puerto prenavideño a un tema tan sórdido, pero es que las Petradas me indignan.
Bueno: ¡Feliz Nochebuena! Con la paz suficiente y el amor necesario para abrazar la vida con una sonrisa. Y un beso al cielo, a los que se fueron a celebrar la Navidad más cerca del Niño Dios.