Gloria Arias Nieto | El Nuevo Siglo
Viernes, 18 de Marzo de 2016

PUERTO LIBERTAD

Elijo el modo paz

 

CONOCÍ en la Academia Nacional de Medicina  a Lord John Thomas Alderdice, psiquiatra y psicoanalista nacido en Irlanda del Norte,  activista político y  director del Centro para la Resolución de Conflictos de la Universidad de Oxford. Es una de las personas con más autoridad para hablar sobre procesos de paz, sobre el impacto de la violencia en la forma de pensar y sentir de una comunidad, y sobre el escepticismo que casi siempre rodea el cambio de chip que debe darse en quienes sienten más miedo de enfrentarse a la paz, que a la guerra.

Ningún proceso de paz ha estado blindado contra la complejidad. Lo que parece imposible forma parte de su ADN, porque no se trata de hacer la paz con los amigos, ni siquiera con los afines.

Llámese Irlanda o Sudáfrica, el Salvador o Colombia, los procesos de paz sufren reveces, puntos de quiebre en los que la sociedad se desespera, se decepciona y abandona. Parecería que  eso forma parte del ciclo natural de las reconciliaciones cultural, social, emocional y económicamente difíciles. Y los mensajes de quienes ya han pasado por estos procesos, tienen un común denominador: la insistencia, la súplica de no claudicar.

Éstos no son mensajes nacidos de la ingenuidad o la marcianidad, como muchos pretenden mostrarlo. Lo dicen quienes han estado al frente de la política, de la toma de decisiones, de la definición de estrategias de los países que han vivido en muerte propia los horrores de la guerra y el arduo camino hacia el amanecer de la paz. (Basta con repasar los atentados del IRA o Bojayá, para comprender por qué digo “vivido en muerte propia”).

No claudicar, porque el costo -y volvemos a las mismas variables- cultural, social, emocional y económico de una guerra es infinitamente más devastador que el costo de una paz, por imperfecta que sea.

“En la paz hay que ser creativos, aventureros y humanos”, dice Alderdice. Y como en esas tres características los colombianos tenemos para dar y convidar, no deberíamos tener miedo. Deberíamos, sí, decidir por quién y por qué vale la pena desarrollar estas tres habilidades del comportamiento.

Alderdice afirma que los procesos de pensamiento y sentimiento se desarrollan distintos en la guerra que en la paz. Parecería todo un desperdicio endosarle neuronas y corazón a sentir y pensar en modo conflicto, y pasarnos la eternidad embrutecidos por un tormento en goteo, inherente al enfrentamiento armado.

Las últimas semanas nuestro proceso de paz  ha sufrido un enorme desgaste. Quienes lo seguimos defendiendo, somos tildados de ilusos, tercos o ciegos.

Tal vez seamos un puñado de obstinados. Pero en menos de un mes, personas como Lord Alderdice y  el ex presidente sudafricano Premio Nobel de Paz, Frederik de Klerk, -ambos con el peso específico más que necesario para hablar del tema- le han pedido a Colombia no claudicar en su búsqueda de la paz. Ambos nos advierten sobre la complejidad del ahora y el después; ambos dicen que es difícil, pero posible. Ambos eligieron para ellos y sus países, pensar en modo paz. Yo también quiero. ¿Me acompaña?

 

ariasgloria@hotmail.com