Domingo
Casi indecentes, los candidatos que pretendieron conquistar votos usando en su publicidad a Dios, a Falcao, y a Pacheco, sin haberles pedido su consentimiento. Dudo que Dios hubiera aceptado ser parte de ese espanto; Falcao declaró públicamente que no respalda ningún partido ni aspirante al Senado; y la propaganda con Pacheco, apareció al día siguiente de su muerte.
¿Quién -no en el papel sino en la realidad- vigila eso? Aparentemente nadie. Las denuncias las elevaron los medios de comunicación, no los entes públicos creados para regular y controlar.
Tampoco hubo nadie que se concentrara en el chocolate y no en la espuma, y buscara a fondo y en serio, el origen del atentado contra la señora Avella de la UP; nunca supimos quién daba la orden en algunos pueblos, para arrancar durante la noche los pasacalles del Polo; o de dónde salió la plata para el derroche de tantas cuñas fanfarronas, largas y costosas, del Mira.
Bueno. Ya casi es domingo, y al final de la tarde sabremos si los electores escogieron el escepticismo y la pereza, la infortunada compraventa, o el juicio y el criterio.
Me han preguntado en privado, y con gusto respondo también en público: yo respaldo la inteligencia honesta y certera de Rodolfo Arango, y buena parte de su proyecto político. Si él llega al Senado, yo estaría muy tranquila de saber que en medio de tanto maremagno legislativo, hay alguien con la conciencia limpia y el talento lúcido y templado del profesor Arango.
Carlos Gaviria -léase la izquierda equilibrada, íntegra y correcta- está con él; y a mí, Gaviria me genera una profunda credibilidad ética, jurídica y humana.
Rodolfo no sólo es inteligente. Ha dedicado muchos años de su vida a estudiar y enseñar; es un gestor del conocimiento y un promotor de la independencia ligada al análisis y al pensamiento. Es valiente, decente y frentero. Habla y actúa con claridad y coherencia, y su propuesta de “tomar en serio” los derechos, la educación, la justicia y la democracia, resumen lo que yo como ciudadana quisiera que alguien hiciera por mí, en el Senado.
No comparto la totalidad de sus planteamientos, pero sin duda alguna es el candidato que más confianza me genera y en quien mejor vería representados mis derechos y deberes democráticos.
De corazón y de razón, siento que sería muy importante que él llegara al Senado. No sólo por la proyección que puede alcanzar desde allí, sino porque sería una interesante lección para Colombia: sí se puede hacer política teniendo más neuronas que billetes; sí se puede ganar, con las herramientas del conocimiento y los principios, y no de las artimañas y los ardides.
Ojalá Polo 14 llegue al Capitolio. No sólo porque se lo merece; sino porque Colombia necesita reconstruir la confianza en la democracia, y en procesos electorales libres de ataduras, de corruptelas y feudalismos.
Posdata:Federico Osorio tenía 20 años, un diagnóstico de esquizofrenia, y una mamá y una hermana que lo adoraban. Murió el martes en Miami, por los disparos de un policía que atendió el llamado al 911. Una muerte que nunca debió pasar.