Escuadrón Móvil Antidisturbios
Ante las alteraciones del orden público, inevitablemente aparece el (Esmad) resultando vilipendiado o aplaudido según el efecto de su intervención, la que siempre será incierta por existir factores intangibles, que juegan papel preponderante en el desarrollo de los hechos. Frente a sus últimas acciones, algo controvertidas, es saludable un resumen de su trayectoria evolutiva.
Las protestas y manifestaciones de diferente índole han hecho presencia en nuestra sociedad por mucho tiempo, existiendo mil anécdotas sobre este tipo de expresiones civiles a favor o en contra de disímiles aspectos, algunos gubernamentales, los hay patronales, ciertos comerciales, sin faltar los estudiantiles y otros más, que se escapan a mi memoria. La Policía Nacional desde su fundación ha debido encarar estas muestras de libertad y democracia, que en no pocas oportunidades manejadas por agitadores profesionales, acompañados de oscuras intenciones desencadenan tumultos agresivos y violentos; por lo tanto los gobiernos y autoridades institucionales debieron evolucionar en el manejo de estas actividades convertidas en revueltas, dotando la institución de herramientas para dar un trato profesional a estas perturbaciones del orden. En un principio cada estación de policía contaba con escuadras, extraídas de la vigilancia preparadas para este servicio, que se apoyaban mutuamente por escasez de personal, más tarde se formaron las secciones antidisturbios y fueron evolucionando hasta llegar a la Fuerza Disponible, convertida en unidad especializada y adecuada para enfrentar estas responsabilidades, dotándola de carrotanques, escudos y cascos; se inició la instrucción sobre formaciones antidisturbios, practicadas y ejecutadas por señas convencionales, le siguió el manejo y empleo de gases, acompañados del refuerzo psicológico, buscando templar el carácter y control de los hombres destinados a este componente, donde se fue visualizando una unidad que a más de capacitada en autocontrol, tuviera una clara concepción de hasta dónde podían ir sus posibilidades y actuación de cara al ciudadano rebelde, apasionado o dirigido por fuerzas veladas; es decir, incubar una permanente observancia hacia el respeto por los derechos humanos.
Nacía el Esmad, con entrenamiento permanente, asistencia profesional en diferentes disciplinas, ayuda técnica y equipamiento especial con el fin de realizar controles eficientes a la ciudadanía desbordada en protestas, empleando el menor componente de fuerza posible, seguro de contar con equipo capaz de resistir la agresión física, evitando llegar a respuestas violentas por parte de las unidades del orden; estos objetivos se han cumplido, de eso da fe la ciudadanía que ha observado cómo se atacan, vilipendian, ofenden y ultrajan estos defensores, sin embargo, no faltan escenarios donde se deben aprehender revoltosos, ese momento juega en contra del Esmad, pues la aprehensión demanda contacto físico y el amotinado repele la actuación obligando el empleo de fuerza, situación aprovechada para desdibujar estos hombres que defienden vidas, bienes y haciendas de compatriotas desprotegidos, esperando solo comprensión y respeto.