General (r.) Luis Ernesto Gilibert V. | El Nuevo Siglo
Miércoles, 14 de Enero de 2015

PRISMA

No caigamos en el atraco

El   año que terminó nos dejó un sabor agridulce en seguridad, todo el país comenta que las garantías de tranquilidad se hacen desear, pero son muy escasos los ciudadanos que aportan a su propia protección, permitiendo con su desentendimiento que los antisociales hagan de las suyas. 

Si nos sumergimos en el pensamiento del antisocial entenderíamos que estas personas al despuntar el alba, salen con la firme convicción de rebuscar un dinero que les asegurare el sustento del día, sin tener que trabajar bajo supervisión o adquirir compromisos laborales de obligatorio cumplimiento, -en una palabra- obtener dinero fácil identificando el atraco callejero como la alternativa más viable y factible de ejecutar, para lo cual se preparan física y sicológicamente, sabiendo que la sorpresa siempre juega a su favor, de este instante en adelante el delincuente se dedica a buscar o escoger su víctima en cualquier lugar y momento, lo importante es encontrar la persona indicada que ofrezca grandes posibilidades de cristalizar su acción delictiva, dado el descuido, desinterés y apatía frente a la propia seguridad; esa actitud de  la víctima le permite al atracador actuar con  mucha ventaja sobre el ciudadano desprevenido y confiado; por norma los malhechores andan en grupos mínimo de dos, lo que les asegura las posibilidades de huir, entre más grande el grupo mayores probabilidades de éxito sin importar el detrimento en la repartición del botín; reconocido el candidato le hacen un seguimiento hasta cerciorarse de su candidez o despreocupación, acorralándolo en el minuto indicado, en el sitio indicado, con la celeridad acostumbrada, para desaparecer del escenario como por arte de magia; sobra reconocer que las catervas delictivas operan en zonas preestablecidas donde cuentan con un entorno favorable a sus intereses.

No caigamos en el atraco, no demos la oportunidad a los delincuentes, son  muchos los transeúntes, conductores de diferentes vehículos o viajeros  desprevenidos  que deambulan por las ciudades sin dar la mínima señal de alerta, por el contrario, dejan a su paso la sensación asombrosa de pasividad, desplazándose por zonas convulsionadas  y reconocidas como peligrosas, sin precaución, no solo es esa  falta de conexión con la realidad, es la conducta distraída al caminar hablando por celular, acuchando música, o enviando mensajes, actividades muy riesgosas no solo de cara al atraco sino a la supervivencia en un entorno vial congestionado y peligroso. El llamado es a tomar responsabilidad  ciudadana con la seguridad, a no dejar todo en manos de la policía, falta mucha conciencia personal,  cualquier extraño puede entablar relación con estas gentes despalomadas y abandonadas a su suerte. La Policía Nacional adelanta campañas a escala nacional buscando alertar a las personas en sus desplazamientos callejeros, sin embargo, es poca la motivación lograda hasta el momento.