PRISMA
El operativo del Bronx
EN notas pasadas habíamos tocado el punto del Bronx y teníamos la intima convicción que el operativo se efectuaría más pronto que tarde, pues el sector no aguantaría más el abandono y las autoridades tenían la suprema obligación de evitar el deterioro a que estaba siendo sometido el sector y con él, toda la imagen de Bogotá.
El operativo se dio y el éxito del primer momento fue rotundo, un reconocimiento para todas las autoridades comprometidas en el riesgoso trabajo, sí riesgoso, porque estos procedimientos se saben dónde inician, pero nunca donde ni como terminan y los conflictos son muchos. Para los mandos institucionales y las autoridades investigativas no fue sorprendente encontrar una organización criminal sustentada en la intimidación, la fuerza, el vicio y las armas, situación altamente complicada de enfrentar ante la presión generada por la imagen de los capos, dimensionada entre sus esbirros dados a la tarea de amenazar y agredir, en nombre de los mal llamados patrones, que vienen a ser réplicas o imitaciones burdas de otros antisociales, precedidos de historias penales violentas de triste recordación, que éstos buscan repetir con su imagen criminal agresiva y brutal, posicionándose ante los grupos marginales de una comunidad golpeada por baja autoestima, inmersa en el vicio, dejada de la autoridad, muchas veces olvidada de su familia y sin recursos económicos. Por esto siempre se habló del compromiso de todas las autoridades y fuerzas vivas de la ciudad y así se planeó, así se ejecutó y aún no ha terminado, pues es una tarea de largo aliento. Por fortuna los medios acompañan este reto.
Ahora vendrán los descubrimientos insospechados, las conexiones con otros sectores de la ciudad y el país, se identificaran los jefes, aquellos recluidos en las cárceles desde donde imparten órdenes, se establecerán los movimientos de las drogas, almacenamiento y distribución, además las estrategias de control e inducción de menores al vicio. En fin, se sabrán muchas cosas, ojalá no tengamos sorpresas desagradables.
¿Qué sigue? Si me lo permiten me atrevo a vaticinar: el sector cambiará de cabo a rabo, las edificaciones desaparecerán y florecerá una nueva zona, que dicho sea de paso, en su florecer debe arrastrar todo el entorno, evitando la creación de nuevas ollas. Se medirá así la capacidad de la Secretaría de Integración Social, que necesita apoyo para atender el volumen de habitantes de calle, menesterosos de asistencia. Se identificarán las familias de varios desamparados, la policía seguirá controlando e interviniendo otros lugares ya identificados, evitando proliferación de expendios y lo más importante, la campaña de concientización ciudadana, involucrando las comunidades en la información oportuna a la policía sobre cualquier asomo de nuevos centros de comercialización, distribución o consumo de drogas ¡Será la comunidad quien impedirá nuevos Bronx!