ESTE 2018 será bien movido en Colombia y en el mundo. Habrá agite geopolítico y estructuras económicas se harán sentir para no perder posición estratégica.
La política global estará pasada por amenazas, chantajes, advertencias y acciones nada diplomáticas con daños colaterales.
El escenario internacional continuará oscurecido por el acecho del terrorismo, el poder del narcotráfico y la crisis humanitaria provocada por migrantes que siguen huyendo de guerras y hambre.
El éxodo mundial de niños y adultos que corren en busca de un refugio en Europa y América, va a seguir con secuelas penosas para millones de víctimas del enfrentamiento entre regiones que alimentan los odios y la violencia.
Washington reforzará represalias contra todo lo que sea opuesto a las políticas del Presidente Trump y entonces vendrán nuevas escaramuzas que pondrán mayor tensión en las relaciones.
La Casa Blanca muy seguramente cumplirá su política de puertas cerradas o estrechas para los migrantes. El programa de visas sufrirá restricciones sustanciales que implicarán dificultades aún mayores para poder viajar a Estados Unidos.
Colombia no será la excepción. La política migratoria bilateral no será la misma. Sacar visa americana será más difícil. Los hombres de negocios muy seguramente tendrán beneficios para moverse en ambas direcciones.
En Colombia es tiempo de política y corrupción. Nos toca darnos la pela de un año electoral y una lucha sin tregua contra mafias de los corruptos.
Las elecciones a corporaciones públicas y las presidenciales ponen un tinte de ansiedad que podría aplazar aún más la recuperación de la confianza nacional.
Año electoral y mundial de fútbol en Rusia, dos condimentos que influirán en el concierto colombiano e internacional.
Los colombianos muy desganados de política y políticos, de elecciones y gobernantes. Muy ávidos de fútbol, de que venga ya el mundial orbital, que salga a jugar ya nuestra selección de James y Falcao.
Serán dos eventos que repercutirán en el ambiente nacional y en el clima de los negocios. Que Colombia esté en la cita mundialista de Rusia nos sube el ánimo, nos hace más alegres. Ello podría favorecer un mayor consumo, pues el marketing de bienes y servicios estará en vitrina.
Un mundial hace que se venda más de todo y eso puede favorecer el comercio, las comunicaciones y el empleo. La pelota nos va a dar una mano. El balón nos traerá buenas jugadas en el estadio del entretenimiento, pero también de la economía y las ventas.
A su vez, el tema electoral que se prolongará hasta segunda vuelta en junio próximo, podría enfriar más la economía debido a que muchas decisiones empresariales se aplazarían hasta agosto cuando asume el sucesor del Presidente Santos.
La expectativa de los hogares por conocer el nombre del nuevo inquilino del Palacio de Nariño no ayudará la reactivación del consumo.
La incertidumbre de los hombres de negocios por el rumbo qué tomará el país a partir de agosto próximo podría aplazar inversiones y no dejar que los trenes de la prosperidad rueden rumbo a un mayor crecimiento.
Por naturaleza, cada cuatro años cuando hay votaciones presidenciales, la economía sufre en la medida en que los colombianos sienten desinterés o desencanto por los candidatos. Eso mismo ocurre cuando los empresarios no saben lo que viene y temen cambios en las reglas de juego.
Este año electoral además tiene un nuevo ingrediente: la presencia de las Farc en la campaña presidencial, tema que debemos aceptar y respetar, pero que no deja de causar malestar e indignación entre colombianos de bien y víctimas de esa guerrilla que no han sido reparadas ni valoradas.
Este año tendrá bien agitado el cañaveral. Un río de emociones deportivas y un mar de miedos y temores por el norte político del país en las urnas.
Sin memoria política y tan malos gobiernos, alcaldes, gobernadores y presidentes, cualquier cosa puede pasar. Ojalá aprendamos tantas lecciones.