FERNANDO NAVAS TALERO | El Nuevo Siglo
Miércoles, 2 de Julio de 2014

Las prohibiciones de Petro

 

Frases célebres se acuñaron en la década de los sesenta, en el siglo pasado. La generación de  posguerra llegó a su mayoría de edad en el 68 y cambió el mundo. “Prohibido prohibir” fue la consigna  de las jornadas de mayo y con ese discurso tembló el mandato de De Gaulle. Una represión acumulada, supuestamente concebida para resolver problemas que debían tratarse con inteligencia y no con policía. Movimientos juveniles de protesta, guiados por filósofos que cuestionaban el orden del mundo -Sartre, Marcuse, Althusser- se organizan para protagonizar las ideas. Haga el amor y no la guerra; La virginidad produce cáncer, vacúnate; La libertad comienza por una prohibición; Un policía duerme en cada uno de nosotros, es necesario matarlo; Viva la voluntad general contra la voluntad del general. Los hippis constituyeron el ejército de evangelistas que predicaron esta religión, religión que aquí llego con apóstoles de la talla de Gonzalo Arango o Pablus Gallinazos. ¡Y los seguimos! Quienes creemos que el cambio se hace educando y no matando.

El alcalde Petro de esto poco sabe  y no lo sabe porque cuando se analiza su comportamiento de burgomaestre no se esconde su mentalidad  de policía, su vocación por resolver las dificultades con el látigo y no con la inteligencia. De ahí que haya dudas ciertas acerca de su posición filosófico-política. Prueba de ello son las medidas adoptadas para solventar los desórdenes que causa la euforia popular engendrada en el Mundial de Futbol, el circo de la humanidad entera.

 

Su vocación para atentar contra la libertad de expresión popular se hizo manifiesta cuando decidió cerrar la plaza de toros; por eso nada de extraño tendría que prohibiera transmitir el partido del viernes. Él sabe que el pueblo todo se lo aguanta… hasta cuando se rebose la copa.

Hay una regla de policía que dispone que la autoridad no puede limitar la libertad de quien se encuentra en el libre ejercicio de su derecho si no la de quien abusa de ella. Por eso tiene razón la protesta de las miles de personas atropelladas con la ley seca y el pico y placa decretados inconsultamente. La posición del Alcalde con respecto a la libertad comulga con el pensamiento de Hobbes: la libertad es un permiso Divino.

El Estado  viene de tiempo atrás abusando de su poder. Siguiendo a Spinoza, se cree con derecho a imponerse porque tiene la fuerza suficiente para doblegar al ciudadano, pero en la práctica no es así. El derecho penal en Colombia fracasó, por abuso. También el de policía puede fracasar y con mayor razón porque afecta a inocentes.

Por qué no apelar a una ética ciudadana, la que enseñó Confucio y que se sigue practicando después de dos mil quinientos años de existencia. La prohibición es causa del apetito, por eso la clandestinidad descarada en el consumo de alcohol los días de ley seca. Alcalde despierte. No enseñe a burlar la ley.