QUIERO tocar este tema puesto que hace poco una familia conocida me llamó a contar que en su hogar se estaban presentando fenómenos paranormales en torno a una de sus hijas. Me querían consultar sobre si yo sabía de alguien que les pudiera ayudar. En efecto los direccioné hacia el Obispo de su Diócesis a través de su párroco.
Pero fue esto lo que me animó a escribir un poco sobre el tema, pues he tenido la oportunidad de conocer y observar vivencialmente a personas que sufren terriblemente por este mal. Indudablemente que el acoso por parte de entidades espirituales de baja condición existen y han existido en la historia de la humanidad, estos están considerados como demonios, son entidades en pena que por sus condiciones de vida, al morir no alcanzan la elevación espiritual quedándose entre el mundo tridimensional y la cuarta dimensión que es la del tiempo.
Estas entidades buscan interrelacionarse con los seres vivos, atormentándolos, obsesionándolos o poseyéndolos. Estos son los tres estados: la infestación cuando se ubican en algún lugar, bien sea una casa o cualquier sitio donde hayan existido ritos satánicos, conjuros, maleficios, perversión, aquelarres, invocaciones, espiritismo, tabla güija, crímenes, sexo pornográfico, violaciones, sacrificios, brujería y en fin toda manifestación maléfica y demoniaca, pues estos entes etéreos irracionales obedecen a las fuerzas del mal y su labor consiste en dañar a seres humanos atormentándolos y en muchos casos llevándolos a la locura o muerte. El poltergeist es la invasión demoniaca a un lugar físico moviendo objetos, escuchando gritos terroríficos, manifestando fantasmas, llantos, lamentos, vientos, olores nauseabundos, plagas, etc.
La religión católica toma con mucha seriedad y responsabilidad estos casos, desde luego entendiéndolos desde la doctrina y buscando soluciones adecuadas. El exorcismo es la vía indicada, la que dejó NSJ como legado, autorizando a sus discípulos a sacar demonios (Mt. 8,28 – Mc. 9-21). Pero este ritual no puede ser arbitrario ni practicado por quien no tenga ese carisma ni las debidas autorizaciones, puesto que se realiza por medio del Ritual Romano. Existen sacerdotes exorcistas plenamente autorizados por el Obispo o bien este, los pueden practicar. (Ver Catecismo de la Iglesia Católica #1673)
Otros sacerdotes, laicos y aun pastores cristianos también hacen liberaciones, que aunque son muy parecidas a las posesiones, no lo son. A través de oraciones fuertes se espantan a los demonios que obsesionan y atormentan a la persona siendo en muchos casos efectivos, pero no son exorcismos, son sanaciones o liberaciones. En otras religiones también existen estas prácticas.
En todo caso es un tema muy delicado y nunca se debe jugar con esas entidades, existen y son extremadamente peligrosas causando profundos traumatismos, en algunos casos locura y hasta muerte. Algunas veces se puede tratar de perturbaciones psicológicas que nada tienen que ver con aspectos espirituales, pero los exorcistas lo saben distinguir.
Finalmente lo más sano es nunca prestarse a pactos satánicos, ni asistir a ningún ambiente donde se hagan ritos, invocaciones, espiritismo, regresiones, lectura de cartas, ni adivinaciones, cuidado con juegos de videos y en internet a que tipos de páginas se ingresa, en especial los niños y jóvenes. Es fácil entrar pero muy difícil salir.