Las espinas, científicamente, tienen explicaciones serias, pues en síntesis, se concluye que su existencia tiene como finalidad proteger a la planta que se cubre con esa defensa para asegurar su supervivencia. Entonces, una pregunta fisgona es deducir ¿por qué existe el apellido Espinosa?
Por ahora la inquietud aparece a raíz de la espinosa campaña que se adelanta en EE.UU, para destituir al señor Trump, intento que provoca enfrentamiento entre demócratas y republicanos, conflicto político que si llega a tener éxito sus secuelas son impredecibles; igual preocupación genera el espinoso debate que el señor Boris Johnson sortea por la disputa entre laboralistas y conservadores, cuestión que se provoca por el proyecto del Brexit, es decir, la disolución del vínculo entre la Gran Bretaña y la Unión Europea. ¿La UE se cruzara de brazos?
De todas maneras, lo que inquieta es que estos debates se exhiben libres e independientes en estos Estados y las organizaciones internacionales en nada, aparentemente, intervienen para tomar partido.
Lo contrario se vive en el continente Sur Americano, y, en últimas, el titubeo lo ha patrocinado el señor Almagro, Secretario de la OEA, a quien en abierta competencia le está disputando su cargo María Fernanda Espinosa, ecuatoriana que ostenta el antecedente de haber sido Presidenta de la Asamblea de las Naciones Unidas, en 2018, y desempeñado cargos de gobierno en su país.
Su aspiración cuenta con llamativo apoyo de países miembros de la Organización de Estado Americanos, naciones que no aplauden la actuación del polémico Luis Almagro, quien se ha destacado por su arrebatada contienda contra el alienado Nicolás Maduro, gestión institucional que contradice principios rectores del Derecho Internacional Público y, básicamente, mandatos de los Estatutos de las Naciones Unidas y de la OEA. Su arbitraria inclusión también la plasmó en Bolivia.
Recordemos el objetivo del Congreso Anfictiónico, 1826. Los Estados tienen el deber recíproco de respetar su independencia política y su organización propia y soberana, esto es, decidir autónomamente sus asuntos internos, regla contenida en todos los tratados internacionales y especialmente en los artículos 1 y 2 de la Carta de la ONU y el artículo 18 de la Carta de la OEA. Pero, últimamente, a consecuencia de la globalización y la aparición de las aldeas, sujetadas al imperio económico, el empleo de esta fuerza y los intereses de ese estilo impulsan los monopolios y se valen de mandaderos políticos de poder internacional, para arrebatar la soberanía de los pueblos “subordinados”, desbaratando la nacionalidad.
Nada permite, en juicio real, calificar correctamente el mandato del atravesado Maduro, sin embargo no autoriza la abusiva intervención del aspirante a la reelección, Luis Almagro y, de contera, la actitud gubernamental del colombiano Dux Iván, siguiendo las instrucciones del Chalán del Ubérrimo, su gato con botas, de retar al dictador de Venezuela. Estos modales generan divorcios internacionales que, a la larga, pueden suscitar conflictos armados como los que se vivieron en Corea o en Vietnam.