He visto jóvenes prematuramente envejecidos no sólo en su aspecto físico sino en su estado anímico, personas entre los 40 a 50 años completamente deterioradas que parecen ancianos. Unos gordos poco saludables, otros flacos cadavéricos, mal vestidos y abandonados en su apariencia.
Pero del otro lado he observado personas mayores de 60 años francamente envidiables, ágiles, en buena forma, elegantes e irradiando energía. Esto no significa que con los años aún bien llevados no vengan algunas enfermedades y achaques, pues como decía mi cuñada, “si después de los 50 no le duele algo es porque está muerto”. Es cierto, el cuerpo humano va sufriendo desgastes naturales, unos por herencia, otros por circunstancias y accidentes, pero por supuesto que aquellos provocados son los que más pronto afloran. El cigarrillo, el exceso de licor, la vida desordenada, la mala alimentación, no tanto comer poco sino lo contrario, en abundancia y sin control, la gula, los condimentos y grasas saturadas llevan a la obesidad.
Envejecer es algo hermoso si lo sabemos llevar, partiendo del entendimiento lógico del paso de los años y saber aceptarlo, preparase para ello física y mentalmente, saber llevar los años con dignidad, con optimismo e ilusión, pues no se trata de acumular sino de vivirlos. Entonces para ello lo mejor es evitar los problemas, las peleas y los malos ratos, pues finalmente le pasarán una factura y grande. Hay personas que llegan a viejos peleando con todo el mundo, metiéndose en problemas y mortificando su sueño y salud. Eso no es inteligente ni da vida, más bien acorta, pues genera estrés y se lo produce a los demás.
Una vejez inteligente es aquella en la que nos allanamos a la realidad, pero llevando una vida sana espiritual, mental y físicamente. Estos tres elementos bien balanceados nos permitirán prolongar la existencia con buena calidad de vida. La oración y práctica religiosa, cualquiera que sea la creencia, es un alimento para el alma. Viajar, leer, investigar, hablar, escribir y actualizarse nos permite un estado mental equilibrado.
Ahora, hacer ejercicio, caminar, correr, nadar, montar bicicleta o practicar algún deporte, ir al gimnasio, mantenerse activo y en movimiento es la mejor medicina preventiva. Visitar al médico constantemente para exámenes de rutina es maravilloso, pues se previenen enfermedades. El sedentarismo mata prematuramente, la pereza y falta de disciplina es la mejor cómplice para vivir y morir mal.
Nada sacamos opinando, escribiendo o leyendo si estamos deteriorados cualquiera que sea nuestra edad, hombre o mujer la vida es bella y hay que saberla vivir con acierto y dignidad. No son teorías, es la práctica de mi vida y por eso creo tener la autoridad moral para recomendar unos buenos hábitos de vida, porque finalmente la muerte a todos nos llegará, ninguno nos escaparemos de eso.