Enseña por Colombia: 5 años | El Nuevo Siglo
Sábado, 3 de Septiembre de 2016

Hay quienes aún después de haberse leído los acuerdos de La Habana votarán afirmativamente el plebiscito constituyente del próximo 2 de octubre. Estoy convencido que esa opción va a ganar y la votación general superará los 16 millones de sufragios. Posición respetable que obedece a la histórica política de claudicación. Es nuestro destino y no debería generar más discrepancia que la sosegada diferencia democrática.

Con todo, votaré por el No porque no creo que la Paz se construya con papeles, impunidades y falsas promesas. Por el contrario, creo que la Paz, al mejor estilo de la definición del vicepresidente Vargas Lleras, es un estado anímico y comunitario, personal y colectivo, que se construye con realidades y a partir de hechos verificables.

La Paz implica entonces educación como punto de partida y como telos. La Paz, así entendida, requiere de instituciones que como Enseña por Colombia trasforman cotidianamente corazones porque los llena de esperanza: no de esa esperanza vacía, abstracta y hueca propia de los poemas, las arengas políticas, las canciones revolucionarias o los escritos mentirosos de unos acuerdos gobiernistas. Una esperanza que se cimienta en el conocimiento y en la seguridad que genera en uno mismo la capacidad de la mente, de la reflexión, del argumento sin fusil y con las palmas de las manos abiertas.

Por eso es que celebro, como pocas veces, el quinto aniversario de Enseña por Colombia, una entidad sin ánimo de lucro que desde el sector privado y con el apoyo de centenares de jóvenes profesores trasforma realidades; quizás, oscuras y penumbrosas realidades nacionales que, sin embargo, de manera intempestiva albergan luz, esa luz de ilusión que trae el conocimiento; esa fe que trae el saber; esa alegría que produce la satisfacción del deber cumplido y ese reto que implica desenterrar capacidades intelectuales para servir al prójimo.

Pero esta entidad cuenta además con un sello especial: sus fundadores son tan sencillos que parecen parcos; tan humildes que para los ojos de la modernidad parecen menores, tan brillantes que no necesitan acudir al carisma pues su lucidez precede sus fantásticas realizaciones.

En tiempos polarizantes vale la pena echar una mirada a Enseña por Colombia para maravillarse de las realizaciones que Pablo Jaramillo, su director y sus cientos de muchachos/profesores trasforman comunidades rurales en verdaderos centros de Paz.

Twitter: @rpombocajiao

*Miembro de la Corporación Pensamiento Siglo XXI.