El voto anticorrupción | El Nuevo Siglo
Viernes, 31 de Agosto de 2018

Si no peleas para acabar con la corrupción y la podredumbre, acabarás formando parte de ella.

Joan Báez

 

Indudablemente que la muy alta participación de la ciudadanía en la consulta anticorrupción marco al país en dos aspectos: el primero que fue una gran rechazo y demostración de que los colombianos están hastiados de la corrupción, en todos los niveles y estamentos de la sociedad, que desborda todos los controles y pareciera que fuera incontenible. Y, segundo, que las ganas de participación de los electores en las grandes decisiones nacionales cada día son más grandes, más espontánea y con menos ataduras a las decisiones partidistas.

Tenemos que reconocer que el afán de riqueza fácil y rápida se está desbordando en todos los ámbitos de la sociedad, y por eso en mi concepto la consulta, aunque muy costosa, se justifica como un campanazo necesario para contener esa ola de corruptela.

Los resultados de la consulta no ameritan más discusión, ni análisis, porque no fueron contra el presidente Duque, ni contra nadie; fue una protesta sin incentivos, ni tamales, ni transporte, ni plata, fue el pronunciamiento libre y espontáneo de unos ciudadanos cansados de que se estén robando la plata del erario.

Ese mensaje, respaldado por más once millones de electores, es una advertencia especialmente al Congreso, para que legisle rápidamente contra la corrupción, aumentando en algunos casos la prescripción y las penas y en otros que tome medidas preventivas y de control para que la plata de los colombianos no termine en los bolsillos de avivatos corruptos.

Entonces la discusión no tiene que darse sobre si alcanzó o no el umbral, que la plata se perdió o que fue contra alguien en particular la excelente votación, tiene que darse en el sentido de que los colombianos estamos cada día más rodeados de hampones con cuello y sin cuello blanco, y que hay que parar ese fenómeno delincuencial que carcome el presupuesto nacional, en los organismos oficiales.

Y eso tenemos que hacerlo a tiempo, antes de que esas ganas de meterle la mano al erario se generalicen y pueda llegar a crecerse que lo normal es robar.

Ahora le corresponde al Congreso demostrar que puede mejorar su imagen ante la opinión pública aprobando aceleradamente los proyectos que en este sentido presenten los partidos y el gobierno.

Esta situación de crisis moral y de afán de riqueza al costo que sea toca también a la Justicia y al sistema electoral colombiano, que ameritan una profunda cirugía, hasta encontrar y castigar en sus propias entrañas la corrupción. Es urgente hablar de listas cerradas en materia electoral, restructurar las Car y acabar las contralorías municipales y departamentales.

Entonces desde el punto de vista de los jóvenes, esa expresión popular contra lo ilegal, fue contundente, sin importar el umbral y tiene que surtir efectos inmediatos, para que la gente se abstenga de seguir robando el erario y que cumplan con el sagrado deber de cuidar la plática de todos los colombianos.

lorenarubianof@gmail.com