Terminó el 2019 y todos a una y una a todos abrazaron, besaron y desearon que el 2020 sea un año futuro que prodigue éxitos , satisfacciones, triunfos, salud, alegría y en general motivos de conformidad en múltiples sentidos y aspectos de la vida. Fue este el saludo que se brindó después de las doce de la noche del treinta y uno.
Esa optimista visión analizada fríamente no deja de ser más que una ilusión ingenua, actitud que prudentemente hay que controlar para no caer en el abismo de las frustraciones y las trampas. La experiencia enseña, especialmente en el medio ambiente de este país, que cada año que pasa, ciertamente, hay muchos cambios, pero no ordinariamente satisfactorios sino todo lo contrario, principalmente en el campo económico la explotación de las necesidades individuales y colectivas aumentan en detrimento de las clases medias y proletarias; todo por una equivocada razón de quienes gobiernan, entendido el gobierno como la dirección de la nave hacia un puerto bueno para todos. La historia de la humanidad demuestra, sin mayor dificultad, que los seres humanos cada día que pasa son esclavos del sueño de su supervivencia amable, pues los esfuerzos y ejercicios que hay que hacer para sobrevivir sacrifican plenamente la existencia y favorecen el interés de los déspotas
Políticamente hay que reseñar que a las 12 de la noche se adquieren una suma de costos que derrumban las ilusiones. El impuesto general se incorpora exigible en ese instante y, además, incrementado por la voluntad de la “autoridad”. A este capítulo del episodio hay que sumarle el incremento del salario “mínimo”, circunstancia que da lugar al aumento del costo de todos los artículos de consumo, entre otros los conocidos como de primera necesidad. Las tarifas de los servicios públicos, los pasajes, los cánones de arriendo, el galón de gasolina, las cuotas de administración de las copropiedades, el valor de los peajes estafadores y, por supuesto, todo esto influye en el precio de los bienes de mercado: azúcar, leche, frutas, verduras, carnes, etc., etc., a raíz del aumento del salario, pues los patrones no aceptan reducir sus utilidades como consecuencias del aumento de los sueldos de sus empleados.
Es una verdad que no se puede negar, basta con hacer una comparación de los precios de los bienes hace diez años para concluir que han aumentado en cientos por ciento en tanto que los ingresos de los trabajadores se han reducido frente a las satisfacciones de sus necesidades y sueños. Y la solución real es que el Estado sea uno Social de Derecho y no un Neoliberal.
Reconozco que la memoria a estas alturas ya no es puntual, pero hay episodios que no se olvidan, incluida la primera comunión. Una época en que el costo de acceso al tranvía era de cinco centavos y la pensión mensual del colegio no llegaba a un peso. El primer salario recibido fue de $25.00. Hoy esos dineros no existen y todo por esa economía, resultado de la sociedad de consumo, impulso que impacta a las nuevas generaciones. !Que el 2020 traiga un milagro: mi pensión!