Eduardo Vargas Montenegro, PhD | El Nuevo Siglo
Lunes, 27 de Octubre de 2014

El sano vivir

 

Esta  sociedad de consumo que hemos construido nos vende muchas maneras de vivir bien, generalmente ligadas al mercado. Eso, como todo, no está bien o mal, solo es. Se nos vende como buen vivir asistir a una cata de vino, ir a comer a ciertos restaurantes, acudir a determinados espectáculos, vestir como lo mandan las pasarelas de Milán o Nueva York, oler y lucir como las luminarias del cine y, si nos gusta, ¡qué delicia poder hacerlo! Desde el ya no tan nuevo mercado espiritual se nos vende todo tipo de experiencias que -como todo en marketing- se ponen de moda temporalmente, unas express, otras más profundas, para sanar y resolver eso que nos atormenta; cada quien llega a la que le corresponde, cuando le corresponde.

Más allá de las leisure activities, saber vivir implica desarrollar la misión existencial que cada ser humano tiene. Sea que estemos en tiempo de trabajo o de placer podemos vivir sanamente en la medida en que nos conectamos con nosotros mismos, para estar en capacidad de darnos cuenta de todo lo que nos sucede en el aquí y en el ahora. Una cosa es estar de vacaciones en algún lugar paradisíaco, con la cabeza y el corazón puestos en los negocios que dejamos pendientes, con el temor de una baja en los indicadores de productividad debido a nuestra ausencia, y otra poder conectarse totalmente con ese sitio, que puede ser un resort en las Seychelles o una carpa instalada en algún lugar de Melgar; no habrá gozo mientras no tengamos armonía interior. Igualmente, podemos trabajar en la multinacional más cotizada en bolsa o la miscelánea del barrio; si no estamos en contacto con la tranquilidad que solo el alma da, eso del buen vivir es teoría.

Creo que la clave para vivir sanamente está en poder elegir a cada instante cómo asumimos todo lo que la vida trae. Podemos elegir si las palabras de alguien nos hieren o no; podemos elegir añorar el pasado o dejarlo ir, porque al fin y al cabo ya se fue; podemos tener expectativas sobre algo o alguien y sufrir porque no se cumplen, o soltarlas y agradecer lo que se presenta en medio de la incertidumbre; podemos anclarnos en el puerto doloroso de una relación que ya terminó o agradecer, dejar ir y dejarnos ir a navegar fluidamente. Podemos seguir culpando a los otros sobre nuestras desdichas o reconocer nuestro poder y actuar responsablemente con nosotros mismos. Vivir sanamente es ser libres.

@edoxvargas