Pasos hacia la paz…
La Corte Constitucional, en fallo trascendental, declaró exequible el marco jurídico para la paz que se había sometido a su control. Un paso cierto que apunta al fin del largo conflicto armado interno que no ha podido solucionarse por la vía de la represión militar.
Darle cabida a la aplicación de medidas de justicia transicional, permite ser optimistas, en cuanto la exigencia que algunos extremistas de que los guerrilleros firmaran el acuerdo de paz para ir a la cárcel a purgar largas penas carecía de sentido realista, pues, que se sepa, con excepción de los vencidos en las guerras internacionales, los rebeldes, en conflictos internos, no han sido sometidos jamás a semejante tratamiento. Ha privado, en esos casos, un criterio de solución política por encima de otros de concepción simplemente represiva o vengativa.
La Corte Constitucional de Colombia actúo dentro de ese marco conceptual. Y puso los intereses de paz del país sobre otras consideraciones. Porque, definitivamente, como lo planteaban algunos insensatos, nuestra paz no podía depender de lo que se nos señalaran organismos de orden internacional, que excluía cualquier expresión de soberanía en relación con el derecho a la paz del pueblo colombiano.
Con todo, así la CC haya abierto un camino legal promisorio, era necesario que se planteara la intervención del pueblo dentro del proceso de paz. En esta materia, en numerosos artículos de prensa y en mí libro Para pactar la paz, ¿hacia una ley de punto final?, propusimos esa intervención pero a través del procedimiento de consulta nacional popular: una facultad de convocatoria que tiene el Presidente de la República para someter asuntos de trascendencia nacional a sus gobernados. El Gobierno optó por proponer la vía del referendo, un mecanismo también de democracia participativa, con poder vinculante, y el cual no podrá ser despreciado ni por gobiernos ni por autoridades judiciales extranjeras, en nuestra opinión.
Las Farc, no pueden esgrimir argumento válido alguno para oponerse al procedimiento del referendo planteado por el Gobierno. Deben actuar con visión de futuro. Entre otras cosas, para mejorar su imagen nacional e internacional, y para que la sociedad colombiana pueda aceptarlos, finalmente, como interlocutores políticos, dentro del proceso de refrendación de los acuerdos de paz, sobre los cuales habrá de hacerse una intensa pedagogía ante el pueblo elector para obtener su aprobación.
El momento político y social de Colombia exige como nunca, pactar la paz, pero para asumir la responsabilidad de realizar cambios de envergadura, y aplicar políticas claras de equidad con sectores de nuestra sociedad, entre los cuales se encuentran nuestros campesinos, víctimas, en verdad, de frustraciones crecientes en sus anhelos de reivindicación social y económica.
Ojala el radar político de la Casa de Nariño haya captado la dimensión de la protesta social y el Gobierno ponga en marcha nuevas políticas que generen credibilidad y confianza.