A algunos analistas les ha dado por decir que el presidente Duque es frívolo por rasgar una guitarra, acompañar a Carlos Vives en Nueva York y Santa Marta y recibir a Maluma en Palacio; o sea, por expresar un gusto por la música. Y cualquier espontáneo se pregunta, ¿Eso es frivolidad? No lo creo.
En Colombia tenemos una imagen estereotipada de nuestros gobernantes y Duque se ha propuesto desmitificar la imagen presidencial.
Paradójicamente en Colombia lo que para algunos es una virtud para otros resulta un defecto, es decir, somos capaces de convertir virtudes en defectos para poder estigmatizar a los hombres públicos, y más, si estos son dirigentes o gobernantes. No es sino recordar la época de los presidentes a quienes llamaban gramáticos para descalificarlos, queriendo con ello decir que conocían más del manejo de la lengua que de las artes del gobierno, pero más que gramáticos eran escritores de talla continental, como en el caso de Miguel A. Caro, Marco F. Suarez, Marroquín - al que si le cabía la definición anterior-, entre otros. Con independencia de la calidad de gobernantes que hubieran podido tener, porque alguno de esos gobiernos no fueron los mejores, se trataba de verdaderos humanistas. Esa característica singular no podía ser el mayor de sus defectos.
Por ello la afición por la música en el caso del presidente Duque no puede ser vista como un defecto o como sinónimo de frivolidad. En todas las épocas se han conocido estadistas amantes de la música. Así, por ejemplo, Jefferson tocaba el violín, Santander la guitarra, Clinton el saxofón, Alan García es gran guitarrista y cantante, sin que nadie los haya acusado de frívolos. Tampoco lo es tener habilidades como la de Alberto Lleras, un personaje tan solemne, para bailar tango o la afición de López Michelsen por el vallenato, o la devoción que tuvo por la música ranchera. Eso es folclor, dirán otros.
No se bien si el presidente Duque le gusta la música de Maluma o si lo recibió en su despacho por ser un cantante que se oye mucho en el exterior. Confieso que a mi no me gusta mucho su música, pero respeto a quien le guste. Recordemos que el gobernador de Antioquia y la Asamblea de ese Departamento condecoraron a Maluma. Duque no lo condecoró, pero, hay quienes piensan que si lo recibió es por que le gusta y eso es frivolidad, como si con él no se pudiera tener una conversación seria.
Definitivamente en nuestro medio un presidente de la República no puede mostrar su lado humano, sus gustos y aficiones porque a eso lo tachan de light, y más si se tiene 42 años, sin tener en cuenta que se trata de un presidente joven y moderno. El presidente Duque lo que ha querido es ser auténtico y parecerse al común de los mortales. Por ello luce como un hombre del común, pero, como dirían de Jefferson, no es del común y corriente, que es diferente.