El 28 de este mes y hasta el primero del próximo se exhibirá una cinta: “Frida Kalho, Viva la vida”. El espectáculo se exhibirá en Bogotá, Medellín y otras ciudades capitales, promulgación de merecidos atributos porque exterioriza la vida brillante de la artista mexicana. Este acontecimiento despierta un resentimiento patrio, pues si es cierto que esta figura tiene calidades, despierta tristeza en cuanto a que la estampa de Débora Arango, reseñada en los billetes de $2.000.oo, para la mayoría del pueblo nada representa, pues su historia solo se expone resumida, omitiendo su personalidad política elocuente, temperamento que la hizo víctima de la represión y la censura de quienes se sintieron desfigurados en los cuadros que ella magníficamente dibujo satíricamente.
La imagen de Débora en el billete más popular del país poca alabanza tiene, las gentes no identifican este personaje y no por cuanto la enseñanza de la cultura nacional, la que debe ser pregonada por el Estado, como lo dispone la Constitución, se ocupa de destacar el fútbol y no estos personajes inmarcesible y no por cuanto el estilo de esta maestra no se limitó a utilizar los pinceles para satisfacer sus vanidades ególatras o comerciales, sino que emocionalmente tenía el ánimo de denunciar los dramas que sus congéneres vivían. Su colega, Beatriz González lo entendió.
Ignorar la trascendental obra que devora la conciencia política de quienes se deslumbran con esas pinturas, no es impacto distinto a la contradicción real del predicado del himno nacional: a nadie asombra que el pueblo no “comprende las palabras del que murió en la cruz”. El texto de la solemnidad patriótica escrito por Núñez y musicalizado por Oreste Sindice es una pieza que se escucha únicamente para saber que son las seis A.M., o las seis P.M., pero no para deslumbrar el divorcio que existe entre el Estado Social de Derecho y el Estado Neoliberal.
La censura a las obras de Débora, la expone Helen Fares; cuenta ella que además de ser la primera colombiana que pinta desnudos femeninos, calificados pornográficos por la Iglesia Católica, también fueron condenados cuadros por ser subversivos políticos. Es el afán que ella tenía; su obra devora los sucesos de la “Violencia”, tal cual lo hizo Alejandro Obregón, incluyendo la “Masacre del 9 de Abril”. Este ejemplo artístico a la maestra también la inspiró y de ahí las pinturas que hizo de Laureano y de Rojas, amén de las ironías de la iglesia, voz de censura que criticó sin límites la novedad de los desnudos por ella exhibidos bellamente.
Su inspiración tuvo la influencia de sus escuelas empíricas, entre ellas la observación de Picasso y su espectacular obra Guernica y también los retratos de Goya, que copio con la imagen de los gatos.
Los artistas que han anunciado participar en la manifestación de mañana -Carlos Vives y otros- tienen un sentimiento intelectual que hay que respetar, no importa que la señora Cabal los desacredite.