De controlador a canalla | El Nuevo Siglo
Sábado, 12 de Noviembre de 2016

La inmortalidad de Shakespeare se dio a través de enseñanzas públicas y notables como la que se tradujo en El Otelo: “No hay peor injuria que la sospecha”. No hay nada más fácil de propagarse como tampoco de comprender. Y así queda la sentencia moral rodando en las conciencias humanas como verdad de apuño.

Human Rights Watch es una organización con bases fundacionales sólidas y loables; su existencia resulta mejor que su ausencia aun cuando en no pocas ocasiones se ha convertido en un vulgar canalla puesto al servicio de intereses e ideologías altamente cuestionables y nítidamente partidistas.

Su director proviene de una escuela que les teme a las Fuerzas Militares al punto de odiar cualquier cuestión que huela a castrense. Las botas para él no significan trabajo, esfuerzo y sufrimiento, sino imposición, sometimiento y dictadura. No son el símbolo  de aquellos soldados que se alejan de sus familias para defender algo que desde los griegos llamamos Democracia, sino el emblema de regímenes totalitarios y apabullantes.

El fusil no es para él el arma de contención de las fuerzas del caos y el terror, de la criminalidad y la anarquía, sino los móviles a través de los cuales los gobiernos de uniforme alcanzan sus cometidos de oprobio y tiranía.

El uniforme militar no se traduce para el Dr. Vivanco en mensaje de tranquilidad, orden y paz para los pobladores campesinos alejados y olvidados por un establecimiento cada vez más grande e inoperante, sino de autoritarismo y crimen de Estado, como si las políticas de la organización militar constituyesen verdaderos catálogos de criminalidad y enemistad.

Y es dentro de ese visceral odio que estriba una visión equivocada del Dr. Vivanco para con nuestra fuerzas del orden, entendible desde las latitudes australes argentinas, paraguayas o uruguayas donde las Juntas Militares o los dictadores de pacotilla hicieron del sector defensa un arma de imposición de ideas socialistas en clara admiración a los Hermanos Castro o al sistema estalinista.

La cuestión Sr. Vivanco es que por estos pagos las fuerzas del orden han sido diferentes y han logrado mantener en pie un Estado precario y corrupto con cada vez más ínfulas de crecimiento y poder. Han sido éstas fuerzas las que han conservado el orden constitucional y han hecho de esta patria el faro de admiración latinoamericano por su profesionalismo, por su valentía y por su decidida vocación democrática.

Y sepa usted señor Vivanco  que ese cuerpo que hoy todos los colombianos llamamos con la boca llena como “glorioso”, está compuesto por generales y coroneles y soldados y tenientes que demandan respeto, pues su buen nombre es el único patrimonio que tienen y su buena fama el único legado que le puedan dejar a los suyos.

@rpombocajiao

*Miembro Corporación Pensamiento Siglo XXI.