Darwinismo colombiano | El Nuevo Siglo
Jueves, 29 de Febrero de 2024

Desde una perspectiva darwiniana las aeronaves han tenido la fortuna de evolucionar de manera perfecta y han podido probarse en un túnel de viento antes de fallar en el aire con humanos y animales.

Mucho menos cruel -como explica Dawkins- que la evolución que le tocó a los animales para quienes el fracaso significó esencialmente la extinción como especie. Imagínense los “túneles de viento” que realizó un halcón peregrino para llegar a volar a 320 km/h y los túneles de viento que realizó un Boeing 787 para volar a 903 km/h.

Esta analogía darwinista viene muy bien para recordarle al señor con 35% de popularidad que Colombia cumple el 20 de julio 214 años de evolución. Y, que sus instituciones, incluso la procuraduría que además era la institución más importante para Simón Bolívar como lo explicó muy bien una editorial de este diario, también han evolucionado.

Porque la evolución debe partir de construir, mejorar, explotar lo que ya existe y no empezar de ceros una y otra vez. Colombia ya tiene un sistema democrático, un sistema económico, un sistema legal, un sistema de salud, un sistema financiero, un sistema laboral, un sistema pensional, una constitución y un largo en fin… para decidir borrarlo todo por una ideología cualquiera que sea.

Qué le da derecho a un presidente quien es un simple mortal, un ser pasajero… de interrumpir e incluso destruir ese proceso evolutivo que ya tiene fundamentos bicentenarios.  Destruir para “construir” un país a la medida de su ego y muy cómodo para él y conmilitones como si se tratara de un vestido hecho a la medida. Rompiendo incluso bases fundamentales de cualquier democracia como la tridivisión del poder planteada por el filósofo Montesquieu (dudo que sepa quién fue) y que nos diferencian de Cuba, Venezuela, Rusia o Mauritania.

¿No es acaso un despropósito y una absoluta contradicción abogar por el medio ambiente de un país, supuestamente pensando en dejarle un mejor país y planeta a las futuras generaciones…  y al mismo tiempo destruir ese mismo país a esas generaciones?

Si a un simple presidente no le gustan las instituciones, no le gusta Dios, no está conforme con el hombre y la mujer, no puede ver a los blanquitos ricos y siente que sus funcionarios “lo traicionan” por no pensar como él y no violar la ley -como con los pasaportes- pues lo mejor sería que compre o escoja otro pedazo de tierra y establezca allá su “Atlántida” … pero que no se lleve a la fuerza a todos al abismo. Hacerlo equivale a esos dementes pilotos suicidas que una vez decidieron cerrar la puerta de la cabina y clavar deliberadamente el avión matando con él a todos sus pasajeros. Ha pasado…

Unas instituciones verdaderamente fuertes. Una democracia verdaderamente fuerte. Un Estado de derecho verdaderamente fuerte debería rechazar y ser superior a cualquier ideología y plan personal de un presidente, sea el que sea, para destruir el proceso evolutivo bicentenario del país.

Y, además, un verdadero demócrata jamás intentaría destruir su propio país…

juanfelipereyes@hotmail.com