Consejo y deliberación | El Nuevo Siglo
Lunes, 11 de Marzo de 2024

A propósito de debates recientes, algunas luces pueden encontrarse en entendimientos del pasado que mantienen vigencia. Así por ejemplo Annie Hourcade Sciou afirma que “Los sofistas, a través de su reflexión teórica y práctica, fueron los primeros en contribuir a la elaboración de las nociones de consejo y deliberación, en el período clásico, en el contexto de la democracia ateniense”. Y que “La reivindicación de los sofistas de la condición de consejeros profesionales jugó sin duda un papel decisivo en la reflexión que Platón y Aristóteles también implementaron sobre el consejo y la deliberación, ambos trabajando para redefinir la vocación del consejero que, así repensada, coincide con la del filósofo o la política auténtica”.

Así recuerda que la enseñanza de Protágoras hacía énfasis en “encontrar los medios posibles para alcanzar un fin, descubrir lo más eficiente y lo más rápido, para gestionar los propios asuntos, pero también los asuntos de la ciudad, saber finalmente y sobre todo encontrar las palabras y el momento adecuado para convencer a los miembros de la Asamblea de juzgar bien el consejo formulado y, por lo tanto, para seguirlo”.

En reacción, la reflexión socrático platónica pretendía mostrar que el consejo sofístico era solo "habilidad en la conjetura" para complacer al oyente, por lo tanto, no es un consejo digno de ese nombre; que sólo el consejo filosófico, en su relación con el conocimiento y la verdad, merece ser llamado consejo. En este sentido Platón caracteriza, en contraste con el sofista a quien considera adulador, las cualidades del buen consejero: conocimiento, benevolencia y franqueza.

Por su parte Aristóteles redefinió y sistematizó las nociones de consejo y deliberación en el marco de la razón práctica, en la que el discurso tiene un propósito útil - “para el individuo que recibe el consejo, para la ciudad misma- y no lo justo o lo bello”.

Se busca sobre todo “provocar el juicio de quien recibe el consejo para llevarlo a decidir, y luego a actuar”. La autora que cito destaca que “esta referencia al juicio, que en sí misma es inseparable de la cuestión de la responsabilidad moral, juega un papel fundamental en Aristóteles y en la problemática del consejo y la deliberación”. Es “en la posibilidad de un juicio formulado por la persona que recibe el consejo, un juicio que considera que el consejo es digno de ser seguido, que reside la parte de responsabilidad asumida por el que recibe el consejo”, aunque, además, también está en juego la cuestión de la responsabilidad del consejero llamado a tener  tres calidades  esenciales para inspirar confianza:  la prudencia, la virtud y la benevolencia

Juicio también ligado a la escucha y a las cualidades del alma de quien recibe el consejo, capaz de comprender el consejo y juzgarlo bien, poniendo así en juego esta virtud que es la comprensión, uno de los componentes, según Aristóteles, -de esa sabiduría práctica que es la prudencia- que en este sentido es requerida tanto de quien aconseja como de quien es aconsejado.

Es en efecto la prudencia la que vuelve apto para bien aconsejarse y, en consecuencia, para bien aconsejar a los demás, al tiempo que la prudencia en el gobernante, se asocia desde la antigüedad, entre otras cosas, con la sabiduría de pedir consejo.  Sabio es entonces no solo el que aconseja, por su conocido buen juicio, sino también el que es capaz de reconocer la necesidad de pedir consejo.

@wzcsg