Debemos saber cuántos colombianos somos y cuántos seremos a 2018. Los censos hoy más que nunca ayudan a proyectar al país en todo sentido.
En 2005, que fue el último censo, Colombia llegaba a los 43 millones de habitantes. Ahora, 12 años después, se presume que estamos tocando la barrera de los 50 millones. Si vemos la estadística, hay un crecimiento demográfico entre 5 y 7 millones en un poco más de una década, es como la media regular. En 1993 éramos 37 millones, en 2005, 42 y en 2018 serán 49 millones. El promedio histórico se mantiene.
Pero otra cosa son los datos detallados, seguramente la población de más de 60 años aumentará, dado que la esperanza de vida de los colombianos en la actualidad se sitúa a nivel promedio de 78 años, registrándose para hombres en 77 años y mujeres 82. Con lo anterior la proyección para 2050 es del 35% sean mayores de 60 años. Más aun, cuando las generaciones actuales no desean tener hijos, la relaciones de personas del mismo sexo va en aumento, la modalidad de la sologamia, es decir no querer, la legalización del aborto y las facilidades de adopción.
Todo lo anterior presagia pocos niños y una población longeva para el mundo y desde luego Colombia. Entonces la geografía habitacional cambiará, las casas grandes serán cosa del pasado, más bien condominios con servicios comunitarios, pequeños apartamentos con restaurantes sociales, gimnasios, espacios recreativos y centros comerciales. Mucho espacio libre para caminar y ejercitarse. La fuerza laboral se disputará o trabajan los mayores de 60 o los jóvenes tendrán que hacerlo para pagar pensiones. La jornada de 8 horas pasará a la mitad del tiempo, el empleo en casa se incrementará y el estudio aumentará. El transporte individual disminuirá y el consumo será mayor. Entonces los censos nos proyectan y permiten una gran planeación económica y de políticas públicas.
Pero este censo que adelanta el gobierno es inoportuno, porque no se deben hacer censos en época electoral, es inconveniente debido a que la gente suspicazmente lo toma prevenidamente y más aún cuando Colombia adelanta un difícil y cuestionado proceso de paz con la guerrilla que ha dado mucho para hablar.
La desconfianza ciudadana es grande por la prepotencia de las Farc, por la imposición a toda costa del gobierno, por una oposición mayoritaria y con la preocupación de caer en el modelo socialista del siglo XXI que aterra a la mayoría de los colombianos y con el antecedente de esos gobiernos asesorados por Cuba, donde utilizan la información para hacer sus fraudes electorales, porque esa es la manera de perpetuarse en el poder.
Así las cosas, el gobierno Santos está dando el “papayazo” para que la oposición le capitalice ese afán de censo en una época inoportuna y peor cuando los índices de popularidad del presidente y su gobierno andan por el suelo.