El regreso de la intolerancia
La democracia colombiana debiera respirar tranquila con los candidatos a la Presidencia de la República. Las dupletas encabezadas por Juan Manuel Santos, Óscar Iván Zuluaga, Marta Lucía Ramírez, Enrique Peñalosa y Clara López, tienen suficiente mérito intelectual y político para estar en la contienda y han ejercido su actividad en diferentes campos de la vida pública con capacidad y decoro. Por eso es inexplicable el grado de crispación a que se ha llegado a pocos días de la primera vuelta electoral que contribuye al ambiente de crisis institucional que se vive hoy en Colombia. Por ejemplo, los paros agrarios, de duración indefinida, liderazgos inarmónicos y diálogos infinitos, dan la impresión de que se estuviera negociando el poder con el Estado llano. Los voceros del Gobierno lucen desorientados y temerosos. Con afán de acallar la protesta para que no incida en las elecciones, cercanas e inciertas.
Desde los diferentes órganos del Poder Judicial, paradójicamente, se fomenta la inseguridad jurídica. No sabemos nunca qué esperar de las providencias. Se cambia la jurisprudencia a la ligera, con proclividad preocupante. Se nos sorprende con declaraciones de los jerarcas sobre investigaciones a su cargo, que debieran causar inhabilidad. Las saetas contra las Fuerzas Armadas son irresponsables y temerarias. Citas afanosas a un expresidente de Colombia pecan por innecesariamente descorteses.
Sectores de izquierda que exigen tolerancia, ejercen la intolerancia más aguda. Ahora cuando tienen candidata respetable y respetada, saltan en mil pedazos condenándose sádicamente, a la no alternativa. Su vocero más connotado recurre al extremismo en su odio heredado a las fuerzas del orden y al establecimiento, con Uribe como blanco principal. Además, el vaivén de las encuestas altera los nervios más serenos.
Juan Manuel Santos, demócrata por naturaleza es, sin duda, mejor Presidente que candidato. Según los expertos sus problemas no son de comunicación, son de credibilidad, surgida por el abrupto alejamiento de Uribe desde los primeros días de su mandato. Valientemente ha optado por la paz como bandera de su campaña, retando el escepticismo nacional sobre las intenciones de las Farc. Por algo Shimon Peres dijo que el mayor problema de la paz es convencer a los amigos.
Óscar Iván Zuluaga, que cuenta con gran admiración entre los allegados, inició una dura batalla para vencer el pesimismo que cundía en el propio uribismo sobre sus posibilidades. Y lo ha logrado. En las últimas semanas dejó rezagado a Peñalosa y se perfila como el gran contendor de la reelección de Santos. Ahora las encuestas lo hacen sonreír.
Cuando un Partido recurre a los tribunales para dirimir sus problemas internos es porque está enfrentando severas dificultades institucionales. A pesar de esas circunstancias, Marta Lucía Ramírez ha conquistado las bases conservadoras pero tiene la oposición de la mayoría de los congresistas. Pasadas las elecciones, restaurar las heridas debe ser tarea primordial de la dirigencia. Es necesario un frente único de cara al próximo gobierno.