Carlos Martínez Simahan | El Nuevo Siglo
Sábado, 27 de Febrero de 2016

PÁGINAS

Colombia: 2030

 

EL gran enemigo de la democracia es la pobreza, se afirmó en el seminario reciente en el cual el BID presentó el Plan de Acción “Colombia: Hacia un país de altos ingresos con Movilidad Social”. Es una apuesta al futuro, bien sustentada en cifras y análisis, una invitación al optimismo que surge oportuna en el momento en que se obstruye por la baja en los precios de los “commodities”, la senda de crecimiento y transformación que transitaba América Latina y, en particular, Colombia.

El Presidente del BID, Luis Alberto Moreno, co gestor del Plan Colombia, con su perspicacia habitual, pasa la mirada por los 15 años atrás y señala los esfuerzos que nos condujeron a la situación actual, para decirnos: que si lo hicimos entonces, también lo podemos hacer ahora. Los índices son dicientes. Entre los años 90 y el 2014 nuestro per cápita creció de U$6.000 a U$12.000; la inversión externa pasó de U$6.429m a U$16.053m; la pobreza se redujo de 50% al 29% de la población, y la clase media creció sustancialmente. Tales éxitos son el fundamento que indujo al BID a lanzarnos el reto de lograr un país con ingresos de U$30.000 per cápita para el 2030.

¿Qué se requiere? Crecimiento del 6% anual y perseverancia dice Moreno y, especialmente, un Pacto por Colombia, con liderazgos políticos, sociales y empresariales. En el seminario se señalaron los principales obstáculos: La corrupción, la calidad de la educación, la calidad de las decisiones políticas y el imparable deterioro de la rama judicial. Y, agregaríamos, la necesidad de  participación real de las regiones en la elaboración de las políticas públicas, pues el centralismo agobia y excluye. Recientemente, el presidente del Senado, J. M. Velasco, decía que  el gabinete ministerial actual fue escogido entre los egresados de tres universidades privadas de Bogotá. 

Otro factor que ha incidido mucho en la decadencia de la política y del Congreso es la norma absurda que impide que los congresistas sean nombrados Ministros. Eso ha dado lugar a dos carreras paralelas por el poder: la de los tecnócratas, sin vinculación alguna con la voluntad popular y la de quienes, por contar con esa voluntad expresa, se les prohíbe acceder al Ejecutivo. Es más, en Colombia hay que perder la curul para ser nombrado Ministro. En una democracia representativa eso es un despropósito. Por cierto, en el seminario comentado no participó ningún congresista.

Las metas del BID tienen mucho de osadía gerencial pero son alcanzables. Deben ser asimiladas por la dirigencia nacional a todos los niveles para convertirlas en propósito de una Nación que tiene recursos humanos y naturales para dar el salto a un desarrollo con equidad. Si tal propuesta se la saca de los círculos cerrados bogotanos y se abre al diálogo regional, empresarial, político, social y académico puede adquirir la fuerza suficiente para catalizar las energías de la Nación que hoy se debate entre la incertidumbre y la esperanza. Sería transformar la sociedad de conflicto en una sociedad de oportunidades. Felicitaciones y agradecimientos al BID y a Semana.