Carlos Martínez Simahan | El Nuevo Siglo
Sábado, 27 de Junio de 2015

 

“Respuesta a propuesta fue temor al ‘bolígrafo’”

PÁGINAS

Senado territorial y listas cerradas

 

LA  aprobación del acto legislativo, “Equilibrio de Poderes”, es un notorio avance en la búsqueda de la transparencia de la política. La reelección había perturbado el libre juego electoral y crispado la relación entre la oposición y el poder. El Consejo Superior de la Judicatura fue un experimento con resultados perversos que permearon el actuar de la Justicia toda. Los exministros Martínez Neira y Gómez Méndez se duelen, tardíamente, de la ninguna consideración que se les dio en los medios y en las Cámaras a la obligatoriedad de las listas cerradas, como lo establecía el proyecto original del Gobierno.

En las democracias modernas imperan las listas cerradas. Los partidos son homogéneos y así actúan en el Parlamento. En la caótica  política colombiana, la respuesta más aguda a esa propuesta fue el temor al “bolígrafo”, lo que condujo a mantener los privilegios de los congresistas quienes, si bien han conformado un círculo cerrado de poder al interior de sus partidos, han perdido la vasta influencia que otrora tenían sobre las poblaciones. Por eso, centran sus reelecciones en las desprestigiadas, envejecidas y eficaces (¿hasta cuándo?) maquinarias, mientras la opinión les da la espalda.

Entre los politólogos y analistas crece la preocupación por el escenario que se vislumbra en el aún lejano posconflicto: bajón moral de la política y partidos desordenados que enfrentarían a sectores de la izquierda intolerante, coherente ideológicamente, sin el baldón del actuar criminal de las Farc. Y, con una peligrosa concepción leninista de la democracia.

Es justo anotar que consultas internas con circunscripción nacional para Senado son impracticables. No hay antecedentes en el panorama de las democracias. Resalta aquí lo impropio de esta atípica institución, en mala hora establecida en 1991. Ha contribuido a la degradación del ejercicio político y abierto las puertas al dinero sucio. Ha dado lugar a un mercado electoral clientelista e inequitativo, sin opción para los pobres y los departamentos pequeños (14 se quedaron sin senador en el 2014) y, ha puesto en duda la legitimidad de la representación popular, algo demasiado riesgoso en el convulsionado mundo de hoy. Urge volver al Senado territorial, donde lo excepcional sea la circunscripción nacional. No al revés, según lo quiere el Ministro del Interior. Ese cambio obligaría a la democratización de las colectividades, y facilitaría las listas cerradas, paso inevitable para recuperar el respeto por la política, la majestad perdida del Congreso de Colombia y el prestigio de los partidos.

De los congresistas mismos debiera salir la iniciativa. Por más cómodos que estén en sus curules, les conviene mirar hacia Grecia, España, Italia. Los “indignados”, los hastiados de la corrupción, han llenado las plazas, estremecido las urnas y han accedido al poder. Se ha sentido como un nuevo aire de esperanza en la consulta democrática. Por esos lares vetustos, se acata inexorablemente la voluntad popular. Por los nuestros, las asechanzas son: dictadura, mordaza, hambre, miedo, es decir, el populismo siglo XXI.