Carlos Holmes Trujillo G. | El Nuevo Siglo
Domingo, 21 de Diciembre de 2014

Soñemos

 

En estos días vale la pena soñar. Mejor aún, tenemos que soñar.

Los hechosdel año que termina empiezan a hacer parte de la larga lista de recuerdosque se van acumulando a lo largo de la vida. Cada quien hace su balance a la luz del impacto que las cosas que sucedieron ha tenido y tendrá sobre sí mismo y todos aquellos que le son cercanos. Al final, los resultados son una mezcla de alegrías y dolores, de sumas y restas, de satisfacciones y frustraciones, de triunfos y fracasos.

La incidencia que tenganesos sentimientos sobre las cuentas emocionalesde cada día es lo que nos lleva a mirar las horas y minutos que ya quedan atrás con gestos de satisfacción o expresiones de dolor. Pero, sea lo uno o lo otro, la gran exigencia es prepararse para encararlos desafíos del nuevo tramo del tiempo que tenemos en frente.

Y es durante el desarrollo del diálogo íntimo que cada ser humano tiene consigo mismo cuando se prepara el ánimo y se alista el espíritu.

En esos momentos todo es incierto. Nada está garantizado, ni lo bueno ni lo malo. A lo sumo existen algunasindicaciones acerca de lo que podría suceder y de sus características, pero la realidad de lo que viene solamente se conocerá cuando los acontecimientos transformen lo posible en hechos ya cumplidos.

Sin embargo, hay algo que sínos pertenece por completo, que podemos diseñar a nuestro antojo, que nos es posible dibujar a imagen y semejanza de nuestros propios anhelos.

Esos son nuestros sueños.

Ahí, en ese mundo individual,tenemos todo el espacio que se nos antoje para construir ilusiones e imaginar realidades. Claro está que a dicho mundollegamos con el equipaje que hemos adquirido durante nuestra existencia, pero ni siquiera eso limita la capacidad que al soñar tenemos para edificar visiones insospechadas, si es que a ello nos conduce el anhelo de darles más aliento a las razones de nuestro éxito, o de cambiar las circunstancias que nos han limitado o conducido al fracaso en algunos empeños.

En esos momentos nos preparamos para lo desconocido, resolvemos dar pasos audaces, seguir por una vía tranquila y segura, consolidar en lugar de edificar más, o permitimos que las dificultades produzcan sobre nuestro ánimo un efecto paralizante.

Cuando de esto se trata, nada, tampoco, está escrito.

Sin embargo, lo que florezca en ese diálogo solitario será lo que nos impulse o frene, lo que nos prepare para las inevitables batallas de la vida o nos lance a la calle sin objetivos ni rumbo.

Vivir es un desafío permanente, un reto constante en el que siempre está en juego todo lo que cada ser humano puede dar de sí mismo. Si así son las cosas en ambientes sociales plácidos y plenos de oportunidades, lo son todavía más en entornos cuya construcción no ha concluido.

Nosotros no hemos disfrutado como país de los primeros. Ahí estamos, esforzándonos, en medio de dificultades, errores e incomprensiones para avanzar en la tarea de edificar y darle estabilidad y solidez al edificio común.

Y quizá lo que podemos y debemos trasladar de la esfera íntima al escenario de lo colectivo es el impulso que nos proporciona soñar con un país mejor.

Es mucho, mucho los que nos quedapendiente por hacer. Colombia necesita del esfuerzo de quienes tenemos el privilegio de haber nacido en esta tierra.

¡Soñemos!

Feliz Navidad para todos.