Carlos Alfonso Velásquez | El Nuevo Siglo
Lunes, 19 de Enero de 2015

Retomando la iniciativa

 

En lo atinente a negociaciones con las Farc, por primera vez desde su inicio el Presidente de la República no habló ni de “operaciones ofensivas” ni de “arreciar la ofensiva”. Por el contrario, en su alocución de la semana anterior entre otros aspectos dijo: “…mientras se logra el acuerdo final, estamos procurando desescalar la intensidad del conflicto. El cese al fuego unilateral e indefinido decretado por las Farc ha sido un paso en la dirección correcta. Y hasta ahora -tenemos que decirlo- han cumplido. Les he dado instrucciones a los negociadores para que inicien lo más pronto posible la discusión sobre el punto del cese de fuego y hostilidades bilateral y definitivo”. De esta manera, con el lenguaje empleado, actuó por una parte en la dirección del desescalamiento del conflicto y por otra, en coherencia  con lo que había declarado poco antes en Cartagena cuando dijo “la desconexión entre la mesa de negociación y lo que acontece en el país ya no procede”.

Los discursos hacen parte del tire y afloje propio de una negociación política y en esta perspectiva lo que hizo Santos fue responder a las últimas maniobras de las Farc: entrega sin contraprestación del general Alzate, cese el fuego unilateral e indefinido y reconocimiento de su responsabilidad y pedido de perdón a las víctimas de Bojayá. En otros términos, lo que hizo fue tratar de impedir que las Farc tengan en sus manos la iniciativa estratégica con la mira puesta en la paz.

Es que la Farc han venido hilando e implementando su estrategia con, entre otros, los siguientes propósitos.1. Aminorar la asimetría moral con el Estado y si este se descuida, lograr la percepción de que ellos son superiores, lo cual tendría réditos políticos. 2. Demostrar que tienen más voluntad que el Gobierno para llegar a la paz. 3. Ablandar la opinión pública en vísperas de acometer de lleno la verdad, justicia y reparación a las víctimas. 4. Avanzar para el logro de un “armisticio”, lo que de manera concreta los colocaría en posición simétrica frente al Estado.

Ahora bien, en lo que está por venir, y en concordancia con acabar con la desconexión entre lo que sucede en La Habana y lo que ocurre en el país, y en últimas para no dejarse arrebatar la iniciativa estratégica, no el único pero sí uno de los principales retos que tiene el Gobierno está en acoplar el tipo de las operaciones militares con el propósito y el momento político. Para esto hay que empezar por reajustar la “causa justa” por la que lucha el estamento castrense, empezando por sus líderes, la cual, quedaría vacía de contenido si girara alrededor de la destrucción física del enemigo.