CARLOS ALBERTO ESTEFAN UPEGUI | El Nuevo Siglo
Viernes, 19 de Abril de 2013

Venezuela sin Chávez

 

La escasa diferencia entre Maduro y Capriles no representa la victoria contundente que pudiese haber confirmado la voluntad de un pueblo por mantenerse en la propuesta del “Socialismo del Siglo XXI”; pero tampoco lo contrario, pues los resultados electorales, a pesar de las dudas, dividen casi por igual la opinión entre quienes se han favorecido del modelo hace 14 años y los que aspiran regresar al pasado, cuando quizás los favorecidos eran ellos.

La diferencia de clases en Venezuela es marcada y los resultados electorales lo corroboran.

Se trata de la confrontación entre un chavismo que focalizó el accionar del Gobierno en el sector que representa su base política y que aún sin la presencia del caudillo, por ahora refleja la unión bajo sus mismas banderas y sus propios ideales. Falta ver hasta cuándo, en la medida en que quienes sintiéndose también portadores del pensamiento  de Chávez, se mantengan dispuestos a respetar a Maduro y este a su vez, sea capaz de administrar el legado con absoluta ecuanimidad y eficacia.

Entre tanto, al otro lado de la contienda se encuentra la sumatoria de varias expresiones políticas bajo las toldas de Henrique Capriles, contando con los que anhelan un país diferente, o quienes Chávez por una u otra razón despertaba antipatía; además de los dueños de los grandes capitales incluido el de los judíos, votación de distintos matices o fracciones en contra del chavismo.

Hay que tener en cuenta que Chávez, carismático y audaz, se tomó todas las ramas del poder público y se apoderó del Estado, lo cual acrecentó su fortaleza contando con los altos precios del petróleo que le permitieron congraciarse con el pueblo chequera en mano y construir su propia plataforma internacional de aduladores.

Debiéndosele reconocer que le puso cuidado a una clase social desatendida años atrás por Acción Democrática  y el COPEI,  siendo el deterioro de la clase política tradicional el principal detonante que facilitó su llegada al poder.

Ahora, el presidente es Nicolás Maduro; sin embargo, el chavismo sin Chávez no es igual y Venezuela sin Chávez no es lo mismo que Venezuela con Maduro. Quiere decir que la victoria de Maduro tampoco es símbolo de continuidad, porque es un Gobierno que comienza débil en las urnas por su corta diferencia en las elecciones, lo cual da pie a que al menor descuido pueda ser suplantado por la oposición.