Confieso que casi no logro escribir esta columna porque me repugna todo lo que ha pasado en materia de prácticas electorales y el mal ejemplo que dieron al país varios de los candidatos y precandidatos.
Haciendo un breve repaso de lo sucedido, es fácil concluir el cansancio y decepción de los electores con los espectáculos que presenciaron. Hoy sólo me referiré a algunos de los "perdedores". ¿Por qué se quedaron por fuera los mejores candidatos? Porque nadie les hizo tanto daño, como el que ellos o sus partidos se hicieron a sí mismos.
Uno de los más vergonzosos por lo inesperado fue el que dieron los miembros del Centro Esperanza. Lograron auto infringirse tanto daño que casi desaparecen al candidato y a sus propios movimientos. Lamentablemente la vanidad de Sergio Fajardo logró ocultar hasta sus virtudes como candidato que descubrimos sólo al final de la contienda. Propuso la unidad de los colombianos, pero eso sí, sólo mediante la adhesión él. La prepotencia sobradora de Alejandro Gaviria, daba pena ajena. Su auto referida superioridad moral lo fue desdibujando hasta concluir en la reciente adhesión a Petro, el candidato que él mismo había descalificado. Hizo quedar muy mal a la Universidad de los Andes, que lo tuvo como rector. Su rifirrafe con Ingrid Betancourt fue bochornoso.
Y ni qué decir de los Galán. Desconocí a Juan Manuel en esta contienda. Su nivel de agresividad polarizante distó mucho del joven estudioso y ecuánime que conocí. Paradójicamente adhirió a Rodolfo Hernández con un discurso que pregonaba el fin de la polarización, la que ellos mismos contribuyeron a provocar con un talante inusualmente agresivo y de mal recibo. Les reconozco que optaron finalmente por la defensa de la democracia. Tristemente en el Centro Esperanza brillaron antivalores como la deslealtad, la traición, agresividad, arrogancia, intolerancia, egoísmo, irrespeto...entre ellos mismos.
Y la cadena de desaciertos de Uribe y de deslealtades al interior del Centro Democrático pasaron su factura. Dejaron sólo a su candidato Oscar Iván Zuluaga, el más capacitado para gobernarnos. Uribe no se la jugó por él. Un antivalor como la envidia llevó a que otros precandidatos le desconocieran el triunfo al interior del partido. La inseguridad se apoderó del expresidente Álvaro Uribe, quien trasladó a su partido los efectos personales de la implacable persecución judicial, de la que ha sido objeto. La mayoría de parlamentarios, con muy honrosas excepciones como la senadora Paola Holguín, actuaron de manera vergonzante. Y el Presidente Duque por querer apoderarse del Centro Democrático, maltrató a Oscar Iván, distanció a Uribe, dividió a los parlamentarios, se la jugó con Fico y finalmente se quedó con las manos vacías.
Pero en aras de la verdad, hay que agradecer a Federico Gutiérrez, y especialmente a su maravilloso candidato a la vicepresidencia, Rodrigo Lara, la altura humana que le dieron al debate. ¡Gracias!
Duro para el expresidente Uribe probar las mieles de la ingratitud de sus dos pupilos, a quiénes les regaló la Presidencia: Santos y Duque. Se quedó con el pecado y sin el género. Gobernó durante 8 años y le cobran "los desaciertos" de 20.
Considero que fue el mal manejo interno el que le dio el triunfo a la propaganda negra contra Uribe y el Centro Democrático, no el rechazo de los colombianos. Gran parte del país está pidiendo seguridad, no anarquía. La sentencia que pregona el fin del uribismo, me parece simplista. Lo dejo para el análisis.