El episodio de la semana pasada dejó a la opinión pública pensando sobre lo que pasó. En nuestro comentario del pasado sábado habíamos intuido que algo serio se estaba gestando, ubicado en el descontento general que se está apoderando de buena parte de la ciudadanía. Y bien parece que quienes así pensaban no estaban equivocados, porque el descontento que tuvo la oportunidad de hacerse presente sigue vigente en una forma que no se conocía aquí.
Los políticos, así como quienes tienen la capacidad de análisis de la psicología colectiva de las masas, tienen elementos y datos extraordinarios para analizar el comportamiento global de la gente que marchó para manifestar su preocupación, por decir lo menos, con respecto a lo que está sucediendo en el país. Por la televisión, se pudo observar que había toda clase de personas entre quienes marcharon. Si es que se puede clasificar a la gente por clase social, todos estuvieron presentes en la marcha que en un principio no llevó a conclusión diferente a que la multitud que se hizo presente estaba compuesta por todo tipo de personas. En el fondo no había un conocimiento claro sobre lo que se solicitaba pues todo era muy abstracto.
Bien parece que los políticos tienen que estar pensando que las motivaciones que ellos suelen exponer, no son suficientes para mover a las personas como el pasado viernes; hasta eso de las cinco de la tarde cuando comenzó el desmadre de la tranquilidad, hizo presencia una manifestación que marca un estilo, una manera diferente, de reclamar la atención de la clase dirigente colombiana con respecto a los problemas nacionales que dicho sea de paso, no estuvieron presentes en forma clara, salvo la inconformidad con la manera como se está manejando el país. Ese es otro fenómeno que los estudiosos de la conducta colectiva deben estudiar para obtener conclusiones.
Los partidos políticos y la gente que se ocupa de su manejo bien parece que quedaron relevados en cuanto al manejo de las cosas que interesan. Hasta hace un tiempo los partidos políticos solían ser la manera como se expresaban los ciudadanos los cuales a su vez se han venido ingeniando la manera de manejar las instituciones de representación como son el congreso, las asambleas y los concejos municipales y ahora después de la reforma constitucional de 1991 los mandatarios regionales, gobernadores y alcaldes, quienes deben estar pensado seriamente si están cumpliendo con sus deberes.
Pero cuando la tranquilidad le dio paso a los violentos, bien vale la pena que se analice concienzudamente, cómo una manifestación pacífica y tranquila le dio paso a los violentos, pero cómo por otra, la ciudadanía que probablemente no participó en la marcha, se hizo presente con lo único que tenían a la mano, las cacerolas. Las hicieron sonar con lo cual quisieron poner de presente su inconformidad abstracta. Bien parece que lo que ha sucedió sí permite pensar que las costumbres políticas deben cambiar.