Las posibilidades de que un candidato que se oponga, entre otros tópicos, a la impunidad para los criminales de lesa humanidad y que estos puedan llegar al Congreso de la República sin siquiera pasar por la aprobación del voto popular, se cifran en que los diversos aspirantes, en este caso Iván Duque, Martha Lucía Ramírez y Alejandro Ordóñez lleguen a un acuerdo respecto a cuál de ellos representará a esta línea de pensamiento en la primera vuelta electoral del mes de mayo. Si no se unen, el riesgo es que ninguno de ellos llegue a la ronda definitiva.
Se han barajado varias alternativas para que entre los tres mencionados se defina quien de ellos será el candidato unitario de esta Alianza para la Reconstrucción de Colombia: una encuesta, un consenso entre ellos o una consulta intrapartidista. Iván Duque y Alejandro Ordóñez están de acuerdo en la consulta intrapartidista del 11 de marzo, pero el grupo encabezado por el expresidente Andrés Pastrana y que tiene como su candidata a Martha Lucía Ramírez se niega a admitir dentro de esta consulta a tres al ex Procurador Ordóñez y habría propuesto que este se enfrentara solo a Martha Lucía, probablemente en una encuesta, en lo que el primero no está de acuerdo (las encuestas ya efectuadas muestran poca acogida para Ordóñez). Es probable que Pastrana y Ramírez consideren que esta tendría mayor acogida que Ordóñez, quien podría restarle votos en una consulta y así ella tendría más probabilidades en una confrontación final a solo dos, entre ella y Duque.
Y, a todas estas ¿Qué piensa Álvaro Uribe, quien más pesa dentro de este grupo? Ha sido claro que sus preferencias están del lado de Iván Duque, así como las de Pastrana están del lado de Martha Lucía y a cada uno de los expresidentes, obviamente, le gustaría que el próximo gobernante fuera su preferido, quien le debería los favores recibidos. Una presidencia de Duque podría mandar al olvido a Pastrana y una de Ramírez acabaría la carrera de Uribe. Parecen entonces lógicas, dentro de un razonamiento netamente electoral, las posiciones adoptadas en este momento, pero desde el punto de vista del interés nacional son infortunadas. Si no priman los intereses del país, quienes no estamos de acuerdo con las concesiones hechas a las Farc y, muy probablemente, las que se hagan al ELN, el riesgo es ir divididos a unas elecciones en mayo y no llegar a las de junio cuando el próximo presidente sería otro apaciguador de la subversión, que ahora, desde adentro, busca imponer en Colombia un régimen comunista como los de Cuba y Venezuela, como sus cabecillas lo han pregonado públicamente. Alguien tiene que ceder para ir con un solo candidato.