“Un país debe tener leyes duras”
Sorprende nuestro país cuando a diario se observa cómo los antivalores van tomando más y más terreno en la vida nacional. Esto se da desde el hogar, donde las noticias cuentan de violación a niños por parte de sus padres o personas allegadas y, en muchos de los casos, la justicia, en nombre de los derechos humanos, deja en libertad a los agresores. Llama la atención que los asesinos, violadores, ladrones y estafadores en gran parte quedan libres cuando fiscales se inhiben de imputarles cargos o jueces de garantías resuelven que no son un peligro para la sociedad.
De otra parte nunca antes en la historia de Colombia se ha visto tanta corrupción, la hay desde los más pequeños funcionarios hasta altísimos dirigentes, connotados políticos, magistrados y campañas presidenciales. Se suma a lo anterior empresarios que evaden sus responsabilidades fiscales, el contrabando, lavado de activos y narcotráfico. A todo esto la legislación apunta a favorecer a las minorías corruptas, a los traficantes, asesinos y ladrones. Es lamentable decirlo pero el fracasado proceso de paz es un ejemplo de ello. Criminales atroces, violadores, narcotraficantes, secuestradores y más hoy ocupan curules en el Congreso y se burlan del país. Muchos de ellos continúan narcortaficando, secuestrando y delinquiendo bajo la protección del Estado… Y hasta un tribunal especial les pusieron para garantizarles su tranquilidad.
A causa de todo esto el actual gobierno del presidente Duque está proponiendo la cadena perpetua para delitos atroces y violación de niños, medida que es apoyada por partidos como el Conservador, Liberal, Centro Democrático y otros menores. El Partido Verde, La U y Cambio Radical aún no se pronuncian pero es posible que apoyen dicha medida. El Polo y Farc se oponen. De esta última se entiende, pues ellos han sido los principales violadores y autores de crímenes de lesa humanidad.
Muchos países cuentan con esa medida de gran eficiencia, de manera que Colombia está en mora de aplicarla para poder contrarrestar esa inmensa ola de crímenes y violaciones que terminan en la impunidad. Los derechos humanos de gran importancia para el desarrollo de una vida civilizada y democrática, no deben ser un instrumento de impunidad y amparo a los delincuentes. Un país que garantice la seguridad de sus ciudadanos debe tener leyes duras, que sean respetadas, y sanciones fuertes que impidan la perpetuación del delito.
La cadena perpetua hoy no es igual a la de antes, donde el condenado deberá pasarla encadenado a la bola de hierro con grilletes en el tobillo. No, hoy se trata de una prisión perpetua, en donde de manera aislada el criminal o violador pasará el resto de su vida, sin posibilidad alguna de libertad. Duro pero real, pero más duro es que esos desadaptados sigan violando a niños o mujeres indefensas, o que sigan libres criminales que descuartizan a sus victimas sin piedad. Para el imperio de los antivalores, la cadena perpetua es una solución.