Frente a amenazas latentes de la pandemia del coronavirus las recomendaciones para insistir en un verdadero autocuidado personal, sin duda deben ser bien recibidas; sin embargo, el concepto de protección deja al descubierto total descuido, frente al trabajo de hombres y mujeres víctimas de cierres, quienes parece que estuviesen marginados en distintos medios laborales.
Desde comienzos de septiembre el reflejo está en los centros comerciales grandes y medianos. Si bien se controla el ingreso de público, también se restringe la posibilidad de más empleados en locales de almacenes con capacidad de oferta de productos.
Con excepción de las oficinas bancarias, se observa atención pública y desde luego, baja presencia de usuarios, quienes se abstienen de solicitar algunos servicios, porque solo se destacan las medidas de salubridad en sus puertas, pero la atención queda reducida con pocos empleados.
Otros expendios están de puerta cerrada; O despidieron su planta de empleados, y buena parte de ellos, quedaron en vacaciones forzadas, esperando sus propietarios que todo se normalice, ante el bajón de ventas o ausencia total de movimientos en servicios.
Detrás de sanidad pública en el comercio, en talleres de manufacturas y en servicios a domicilio de alimentos, sus propietarios o administradores, prefirieron despedir empleados, como si la crisis económica, se hubiese apoderado de la situación financiera y del receso en general.
Así al margen de aislamiento y protección, la nación quedó llamada a ir, previendo el origen de brotes infecciosos que, durante décadas, por intoxicación e incultura comunal, entre otros, han dejado a la vista un elevado número de víctimas meses atrás.
En las ciudades y periferias algunos viven con desinterés; olvidan todo y, dejan crecer enfermedades. Lo exigido debe ser cumplido con responsabilidad en sus negocios y también en informarse sobre la vigencia de un control cuidadoso, sin cierres ni despido de empleados.
Y autoridades municipales deben evaluar, sin politiquería o interés comercial, el funcionamiento de ventas ambulantes; Bueno guiar al desempleado y en lo que hagan, orientarlos al bien común del servicio.
Otra cosa es el engaño en localidades, barrios y poblaciones en los que utilizan supuestas formas de desempeño laboral, disfrazando actividades a través de afiches y falsas pancartas, ofreciendo descuentos de alto porcentaje, por mercancía solicitada en Bogotá o ciudades cercanas.
Deberá ser campaña limpia y masiva, en lo requerido para conducir actividades familiares y sociales. Ambas deben tener protección contra el virus; la otra, dejar condiciones de trabajo productivo para que se reactive economía personal y comunitaria.
La estructura de este servicio podría unificarse, tanto por el Ministerio de Salud, como por las secretarias municipales, con el fin de seguir una sola normatividad, frente a situaciones generadas por el Covid-19 y la agazapada Pandemia, que han crecido su alarma desde mitad de 2020.
Será mejor el autocuidado con trabajo, si se enfrentan los contagios en el país, integrando clínicas y hospitales con experiencia, de profesionales y dotación médica para afrontar la arremetida de enfermedades devastadoras, La meta es no perderlas de vista al llegar 2021.