Impactantes sin duda resultan las imágenes provenientes de París y de otras ciudades de Francia, en las que se muestran vehículos e inmobiliario público consumidos por las llamas en medio de unas manifestaciones que no cesan, y que cada vez se vuelven más violentas.

El importante número de policías y de manifestantes lesionados, pero sobre todo los hechos de Sainte-Soline, donde un manifestante resultó gravemente herido, han aumentado la tensión y la presión sobre las fuerzas del orden y sobre el gobierno que busca de diversas maneras calmar los espíritus.

La determinación, para algunos  testarudez, del presidente Emmanuel Macron, basada en su convencimiento absoluto de la necesidad de la reforma del régimen de pensiones, expresada,  según sus críticos, de manera soberbia, comienza a generar dudas entre sus aliados y colaboradores, que no encuentran el tono adecuado para transmitir un mensaje  de apoyo irrestricto  al presidente y a la decisión de la Asamblea Nacional finalmente adoptada, sin parecer ajenos al evidente malestar y  sobre todo  la furia  que se manifiesta en las calles.

A ello se suman los intentos de pescar en río revuelto de, entre otros, el señor Éric Zemmour, líder de extrema derecha, que se divierte exigiendo el restablecimiento del orden, al tiempo que no cesa de atacar al gobierno por sus iniciativas.

Un hecho aparentemente formal, da muestra de la complejidad de la situación y de la preocupación de las autoridades. Se trata del aplazamiento de la visita de Estado del Rey Carlos III de Inglaterra  como consecuencia de estos sucesos y de la imprevisibilidad de lo que pudiera  suceder durante la misma, en momentos en los que para la agenda del presidente Macron, el mejoramiento de las relaciones con el gobierno británico  resulta una indudable prioridad, luego de los desencuentros sobre el brexit y  sobre los nuevos términos de la relación con Europa derivados del mismo.  

La huelga de los recogedores de basura y las consecuencias que ello genera en materia de salubridad y de imagen de la ciudad, aumentan, si se quiere, la fealdad de las circunstancias vividas en la ciudad luz. El problema es que  las posibilidades de que la situación se estabilice rápidamente, parecen limitadas, teniendo en cuenta el interés de muchos  de los opositores del gobierno de atizar el ambiente para minar la gobernabilidad del presidente y de su mayoría parlamentaria, en vista de  futuras justas electorales  y de la imposibilidad para Emmanuel Macron  de ceder, luego de haber  recurrido a un instrumento de  fuerza institucional como lo es  la utilización del mecanismo excepcional del artículo 49.3  de la constitución que, bajo el  riesgo de moción de censura  al gobierno, terminó imponiendo finalmente la reforma.  

Luego de tres meses de manifestaciones y de enfrentamientos entre las fuerzas políticas y sociales y el gobierno, pareciera que una negociación con los principales sindicatos de trabajadores resulta imprescindible.

Habrá que esperar en qué termina la nueva convocatoria de movilizaciones prevista para este martes 28 de marzo, la decisión del Consejo Constitucional al que ya se ha acudido, y los partes de salud de los heridos de los últimos días.

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