Es de suponer que cuando el Presidente Santos trazó su hoja de ruta para la negociación con la guerrilla de las Farc, que fue sin duda muy bien calculada para que su implementación se diera en los últimos meses de su segundo mandato y así poder influir en la elección de su sucesor, debió imaginar que para estas épocas el país estaría tan entusiasmado con su paz que viviríamos en medio de un alegre carnaval lleno de eufóricas predicciones sobre nuestro futuro.
Nunca se le pasó por la mente la derrota sufrida en el plebiscito, ni la frialdad colectiva con que ahora se recibe el desarrollo legislativo de lo acordado. Para su infortunio, lo que está ocurriendo es precisamente lo contrario de lo planeado.
Distintas y frecuentes encuestas muestran el rechazo popular creciente a lo que el Congreso y el Presidente vienen haciendo. La gente tiene claro que se le está torciendo el pescuezo a la Constitución intentando reemplazarla por normas nuevas que solo favorecen al grupo terrorista.
De paso, los parlamentarios pertenecientes a la obediente coalición gubernamental caminan como sonámbulos en dirección al abismo, pero son indiferentes al peligro, confían en que con la mermelada recibida podrán asegurar su reelección. Me temo que en esta oportunidad se llevarán una gran sorpresa.
El divorcio entre la opinión y esa miope dirigencia política, tiene además el ingrediente de estar acompañada por una débil economía y el golpe dado por la reforma tributaria a los bolsillos de todos.
Analizando los datos entregados por el Dane se nota con claridad que ese débil crecimiento de tan solo el 2% no mejoró en casi nada los menguados ingresos familiares de los colombianos.
Casi la mitad de esa cifra fueron aportes del sector financiero del país, atesorado por sus dueños. Sin embargo, como lo denuncian los sindicatos de base de los bancos, el enriquecimiento de esa plutocracia, no contribuyó a mejorar significativamente los ingresos de los empleados del sector, siendo lo peor que la generación de nuevos empleos en dicho sector de servicios fue muy bajo, En cambio la propiedad de los bancos siguió concentrándose más en muy pocas manos.
De la otra mitad del crecimiento observado, solo el sector de la construcción irrigó ingresos a muchos empleados, aunque con el lunar de que los salarios y jornales pagados a esos trabajadores fueron magros en general. No puede esperarse, por tanto, que ese sector fortalezca la demanda agregada, aunque la cadena de valor asociada con él, beneficie a las industrias satélites de las obras civiles, aunque desafortunadamente sin aportar mucho tampoco al bienestar colectivo.
Del sector industrial habría que decir que sus resultados habrían sido peores de no haber sido por lo generado por la nueva y costosa refinería recién inaugurada. Del agro y la minería mejor no hablar, siguen estando en déficit.
Parece inevitable así que la campaña presidencial que parece haberse anticipado, se dará en un ambiente de desánimo creciente que con seguridad impulsará bruscos cambios. Ya lo veremos.