ANDRÉS MOLANO ROJAS* | El Nuevo Siglo
Miércoles, 7 de Agosto de 2013

¿Prematura vanguardia?

Sería  apresurado decir que el paso dado por Uruguay en materia de legalización de la marihuana constituye un precedente que vayan a seguir pronto otros Estados latinoamericanos.  Pero indudablemente el impacto de semejante decisión no dejará de sentirse en el debate emergente que, sobre todo en el hemisferio occidental, empieza a darse alrededor del modelo de lucha contra las drogas.  Un debate que de alguna forma se abrió formalmente en la VI Cumbre de las Américas, en virtud de cuyo mandato fue elaborado el “Informe sobre el Problema de las Drogas en las Américas” presentado en mayo pasado por el secretario general de la Organización de Estados Americanos, José Miguel Insulza.

Vale la pena compartir algunas de las conclusiones sugeridas por la lectura de ese informe:  1)  el problema de las drogas es un problema común a todo el hemisferio, de ahí que para enfrentarlo se requieran marcos normativos comunes o por lo menos homogéneos y políticas públicas convergentes, a pesar de que éste se manifieste y afecte de diversa manera a cada Estado; 2)  distintas drogas deben ser tratadas de modo distinto, y cada eslabón de la cadena (cultivo, producción, distribución, venta y consumo) supone desafíos particulares y requiere abordajes diferenciados; 3) el vínculo entre drogas e inseguridad es complejo, y no hay evidencia de que exista una conexión causal entre lo uno y lo otro universalmente aplicable; 4) enfoques multidimensionales y flexibles contribuyen a una mejor comprensión y gestión del problema de las drogas, más que los enfoques puramente criminales o punitivos y las políticas públicas dogmáticas; y 5) en materia de drogas no existe ninguna panacea: cada modelo implica riesgos y costos y tiene sus limitaciones, y en cualquier caso, el “enfoque de salud pública” no resuelve los problemas asociados a la dimensión puramente criminal que el negocio de la droga tiene -y podría conservar, incluso en un escenario de legalización-.

¿Estará Uruguay poniéndose prematuramente a la vanguardia del debate? Cierto es que  algunos Estados de los Estados Unidos han recorrido ya esa senda, que la marihuana es una droga blanda, que hoy por hoy las prioridades en la “guerra contra las drogas” son otras, que los patrones de consumo están cambiando rápidamente, y que Uruguay está en mejores condiciones que otros para arriesgarse a adoptar una medida como esta.  Pero no es menos cierto que las decisiones unilaterales y sin consensos (internos y externos) frente a fenómenos como el de las drogas pueden tener resultados precarios y en el peor de los casos, contraproducentes. 

*Analista y profesor de Relaciones Internacionales