AMYLKAR D. ACOSTA M. | El Nuevo Siglo
Miércoles, 19 de Junio de 2013

Uvas están verdes

 

Tenía toda la razón el exministro de Comercio, Jorge Humberto Botero, cuando advirtió en su debido momento, refiriéndose al TLC con EE.UU., que “el acuerdo con EE.UU. abre oportunidades, pero no las asegura”. Bien ha dicho, una y otra vez, el experto Manuel José Cárdenas que “los tratados de libre comercio generan oportunidades de negocios, pero no los negociosDe nada nos servirá abrir mercados si no tenemos qué exportar”.

Como lo asegura el más reciente Informe del Consejo Privado de Competitividad, “El país sigue produciendo lo mismo y de la misma manera como se hacía hace décadas”. A ello se viene a sumar la falta de competitividad de la producción nacional y aún más de las exportaciones, por una combinación de factores entre los cuales se destacan la sobrevaluación de la tasa de cambio y la baja productividad. 

En cuanto a la tasa de cambio, según el Observatorio Económico Universidad Sergio Arboleda “las empresas colombianas de los sectores transables (industria y agricultura) hubieran tenido que lograr incrementos en su productividad del 6% por año (¡!) para asimilar el efecto de la apreciación real del peso en los últimos cuatro años”. Y ello es imposible, dado que, según el Documento Conpes que sirvió de base al PIPE la contribución del sector industrial a la productividad total escasamente llega al 0.1%.

Y hablando de productividad, la brecha entre los produtores nacionales en las distintas ramas con respecto a los productores estadounidenses es como para sentarse a llorar. No hay punto de comparación, estamos hablando de una productividad laboral relativa promedio del 23.8% con respecto a la de los EE.UU., siendo los sectores agropecuario y el manufacturero  los más rezagados. Dicho de otra manera, aquello que le toma a los EE.UU. una hora en producirlo ¡Colombia tarda cuatro horas!

Pero, no es sólo la tasa de cambio la que afecta la competitividad, hay otros factores que afectan aún más la productividad y por ende a la competitividad, tales como el atraso de años en infraestructura y logística. Los costos en que incurre un exportador colombiano superan con creces aquellos en los que incurren sus homólogos en los 19 países con los cuales tiene EE.UU. TLC vigentes. Un claro ejemplo del aserto anterior es el caso de Propal, que no puede competir con el papel importado desde canadá.  

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