Ganadores y perdedores
En la exposición de motivos del proyecto de reforma tributaria que cursa en el Congreso de la República se habla de la “la necesidad de disminuir la presión tributaria sobre las empresas, con el objetivo de generar empleo e incentivos para que junto con la sustitución de parafiscales y aportes en salud”, los cuales según él están “castigando la generación de empleo formal”. Se trata, aduce, de “repartir las cargas de manera más equitativa”.
Pero, cuál es la real realidad? Empecemos por señalar que el nuevo tributo que se propone, Impuesto sobre Renta para la Equidad, no se aplicará sobre la renta propiamente dicha, sino sobre la utilidad y esta se establece no sobre la renta gravable sino sobre la renta líquidadespués de pagar impuestos. De modo que la base impositiva, que es la utilidad neta, es mucho menor que la renta y ello se reflejará en el recaudo.
Ello explica el hecho de que mientras las empresas dejarán de pagar por concepto de impuesto a la renta, al bajarle dicha tarifa del 33% al 25%, $ 8’063.000 millones, el recaudo por concepto del CREE es de sólo $ 4’467.000 millones. De allí que el Efecto Neto Impuesto de renta Sociedades es de un menor recaudo por parte del Estado de $ 3’597.000 millones; es decir que, gracias a la repartición de las cargas tributarias “más equitativa” las empresas tendrán en plata blanca un saldo a su favor el año entrante de $ 3’597.000 millones.
Y, como si lo anterior fuera poco, al eliminar los parafiscales y la cotización por parte de las empresas, estas se ahorrarán, $ 6.7 billones, que sumados a los $ 3’597.000 millones del efecto neto en el impuesto de renta, el beneficio de esta reforma tributaria para las empresas sería del orden de los $ 10’297.000 millones. ¡Es decir, ganan por partida doble!
De esta manera, so pretexto de promover la equidad se va a profundizar aún más el sistema impositivo, contraviniendo el precepto constitucional según el cual “el sistema tributario se funda en los principios de equidad, eficiencia y progresividad”. Al final, nos podemos quedar con el pan y sin el queso, porque esta reforma podrá contribuir a elevar las utilidades de las empresas, pero, como afirma el profesor Eduardo Sarmiento, “no existe la mano invisible que convierta las ganancias en contrataciones de trabajadores”. Así de claro.