Alfonso Orduz Duarte | El Nuevo Siglo
Sábado, 9 de Enero de 2016

A TRAVÉS DEL TEODOLITO

Isagen, no se la llevarán

“Razones para su venta son de índole romántica”

 

Dicen los que se ocupan de los temas de la manera como el Estado debe comprometerse en las actividades del país, que lo propio del Estado está determinado por actividades que los particulares no pueden desempeñar.  Estas son básicamente la defensa nacional, la administración de justicia, la fijación y el recaudo de las contribuciones, la educación y la salud. Esta puede ser la teoría pero la práctica es otra distinta, salvo en la defensa que es propia  del  Estado, cuando se apela a quienes tiene por oficio usar  todos los instrumentos que se usan para ello, incluyendo las armas. La justicia es una función propia del Estado, sin embargo en algunos casos la ley establece que los particulares puedan ejercerla,  como en los tribunales de arbitramento que se usan para dirimir asuntos comerciales y de índole que no tenga que ver con lo penal. Industria, comercio, transportes, banca, etc. son actividades llevadas a cabo por particulares, eso sí bajo la vigilancia y reglamentación del Estado. Generalmente, éste,  cuando  quiere mejorar  actividades por él desarrolladas, se apela al sector privado pues se supone que es más eficiente y transparente, lo cual no siempre es una realidad comparable.

 

Las concesiones en cierta manera son un reconocimiento de situaciones cuando se quiere que las obras se hagan bien y rápidamente, aunque el valor de las mismas sea reglamentado y pagado con fondos estatales o con los recursos resultantes de la explotación, digamos el uso por parte de tercero,  del bien cuya concesión se entrega a los particulares. En fin, el desprendimiento del Estado de algunas obras es la consecuencia de las dificultades de un país que no cuenta con todos los recursos para realizarlas él mismo, aunque se contradiga con ello la teoría de lo que debe hacer el Estado y de lo que no está obligado a realizar.

 

Cuando se constituyó la empresa de Ferrocarriles Nacionales de Colombia, a mediados del siglo pasado, con las vías de los departamentos que eran los propietarios se desató una seria polémica ya que  algunos  se opusieron en forma radical y sistemática. La única razón por parte del Estado fue la de crear un ente a través del cual se pudiera realizar una política ferroviaria unitaria para el país. Un argumento que supongo caló hondamente fue el que la Nación, entidad compradora, no se iba a echar los rieles al hombro; que éstos quedarían en cada territorio y que continuarían prestando el servicio, cosa que sucedió por cerca de cincuenta años cuando la política estatal cambió sobre el particular.

 

Se me han ocurrido estos comentarios a raíz de la polémica que ha generado la venta de Isagen entidad que aúna las hidroeléctricas de San Carlos, San Rafael, Calderas Miel 1, Cimitarra, Sogamoso y Amoya  generadoras de 3.032 MW que es el 16% del sistema de generación eléctrica interconectado. Razones de índole nacionalista pueden ser válidas,  pero son más de índole romántica. Los bienes son para los males, dicen. El sistema, aun cambiando de dueño en un 57% ahí  queda generando energía. En caso de venta, al Estado colombiano le corresponde entonces garantizar que se siga generando, sin perjuicio del desarrollo del país ni de los intereses de los usuarios.