País democrático y pujante
Que las cuestiones políticas están animadas y que siguen estándolo casi que pudiera decirse que es un axioma. Todo lo que está sucediendo no es cosa distinta a la manifestación de un país democrático y pujante. Opiniones a favor y en contra, unas muy encendidas otras tolerantes y pausadas, nos llevan hora a hora, día por día a las elecciones en las cuales nos daremos el gobernante para los siguientes 4 años.
El menú que se ofrece al ciudadano para ejercer su derecho al voto es variado y atractivo, como lo fue el ofrecido en las pasadas elecciones para integrar los miembros del Congreso. En esta eventualidad se ofreció al votante, fuera o no miembro de los Verdes, la opción de escoger quien sería su candidato presidencial. Si nos atenemos a las cifras de esta consulta, bien podría afirmarse que fue el partido político que más votantes aportó. Con los cerca de tres millones de personas que votaron en esta consulta podría decirse que superó al partido de la U, el respaldo del candidato-presidente Santos, al Centro Democrático de Uribe y al Partido Conservador. ¿Se puede afirmar que esta cifra de tres millones de sufragios constituye un activo de los Verdes? Si así lo fuera se habría constituido este partido en una verdadera alternativa. No se sabe si con ánimos protervos o con una ingenuidad como de primera comunión, se comenzó a decir que Peñalosa, el candidato con más votación en esta consulta, se había convertido, con este resultado, en un serio adversario dentro de la lucha por el poder; inclusive se llegó a decir que en caso de segunda vuelta electoral, sería el contendor del candidato-presidente Santos. Esa bomba, en muy poco tiempo se ha venido desinflando. Peñalosa ahora está jugando en las ligas menores las cuales posiblemente serán cortejadas en el hipotético caso de segunda vuelta electoral. Lo que se puede observar es que la carrera hacia mayo es vertiginosa; buena parte de los ciudadanos que se proponen votar tiene definida su decisión, de suerte que la tarea de los candidatos es la de convencer a quienes desean votar pero no se han decidido, pero también dirigir sus esfuerzos, combinados, como debe ser con los del Estado, a movilizar a toda esa masa que conforma por lo menos el 50 por ciento de los ciudadanos aptos para votar pero que no lo hacen.
Estamos estrenando alcalde gracias, a las gracias de Petro. Y ahora sus seguidores y simpatizantes critican la determinación de Santos de acatar lo dispuesto por quien constitucionalmente está habilitado para hacerlo. De no haberlo hecho, a lo mejor hubiera podido ser sujeto del hacha de la Procuraduría. Pero lo que es insólito es que ahora esos los que se dicen nacionalistas de izquierda, fustiguen a Santos por no haber hecho caso de alguna corte internacional. De haber aceptado sus recomendaciones esa corte se habría constituido de hecho en una instancia más de las determinaciones de las nuestras. Eso parece que repugna al buen criterio.