Alfonso Orduz Duarte | El Nuevo Siglo
Sábado, 30 de Mayo de 2015

A TRAVÉS DEL TEODOLITO

Metro bogotano

Son  ya por lo menos dos generaciones de bogotanos que venimos oyendo hablar del metro para la  capital para tratar de resolver el tema de la movilización de la ciudadanía, más o menos ocho millones de habitantes hoy,  sin que a la larga se haya podido concretar cuestión alguna. La buena voluntad de todos los alcaldes no se ha podido realizar y hoy el tema es prioritario para hacer de Bogotá una ciudad competitiva en sus servicios públicos, uno de los cuales es el transporte urbano.

Parece que de todas las iniciativas que se le han propuesto a la ciudad, en esta ocasión se ha avanzado más que todo en la decisión de carácter político, oficial. Sabemos que el Gobierno nacional está dispuesto a ponerle el hombro de acuerdo con las normas legales vigentes para la participación en el desarrollo de sistemas de transporte locales. Lo hizo patente el Presidente al hacer entrega públicamente de un cheque virtual que no tuvo significado diferente al de dejar constancia del compromiso del Gobierno nacional de cooperar en la construcción del metro. Veamos el tipo de problemática al cual se ha comprometido.  

Sea lo primero recordar que una vez se inicia la construcción del metro, su terminación por diversas razones queda garantizada, sin importar lo que a la larga cueste, ni el tiempo que se emplee en hacerlo. La historia de los metros en América Latina nos lleva a concluir que ninguno de ellos se construyó ni en el plazo inicialmente previsto y ni con el presupuesto previsto, el cual se multiplicó por dos o por tres. El espejo que tenemos a la mano es el de Medellín, cuyo presupuesto inicial se multiplicó por dos y la puesta en marcha de la primera línea no se pudo realizar sino quince años después de iniciadas las obras. De esas  circunstancias, si se concreta lo del metro bogotano, su construcción no podrá librarse porque fatalmente así ha de ser. No es ser pesimista sino objetivo. En materia de costos el del uso indebido de los recursos, si no se controla debidamente que éstos sean destinados exclusivamente a la construcción, compra de equipo, etc. constituirá factor difícil de estimar a priori, pero que gravitará en  el incumplimiento del presupuesto. Las entidades de control, así como la ciudadanía tendrán que poner todos sus medios y esfuerzos para garantizar que esto no suceda.

Los que van a aportar, gobiernos nacional y distrital, tendrán que estar conscientes de que el costo de esta infraestructura seguramente para efectos contables y manejo de las tarifas, tendrá que ir a fondo perdido. El metro de Medellín arroja resultados operacionales satisfactorios, esperamos que el de Bogotá también, porque pretender recuperar la inversión con la tarifas es ilusorio. En esta ocasión somos optimistas en que quizá nuestros hijos,  nietos y descendientes disfruten de un metro moderno y eficiente.