ALFONSO ORDUZ DUARTE | El Nuevo Siglo
Viernes, 23 de Agosto de 2013

Ingeniería continental en Medellín.


Esta  semana se han reunido en la ciudad de Medellín dos organismos internacionales que han hecho coincidir sus asambleas con la época en la cual la Sociedad Antioqueña de Ingenieros y Arquitectos cumple sus primeros cien años de existencia durante los cuales ha hecho presencia permanente en el escenario nacional. No es casualidad que la SAI tenga hoy la mitad de la edad del Departamento de Antioquia; en efecto, pasados unos serios acontecimientos nacionales y con ocasión del centenario de su Departamento, unos cuantos ingenieros preocupados por la suerte de su patria, dispusieron y convinieron en 1913 en que una de las formas de contribuir a superar  las tragedias que estaban viviendo era la de invitar a sus colegas coterráneos e reunirse alrededor de una idea que los unió que desde aquella época es SAI.
Los dos organismos son la Academia Panamericana de la Ingeniería (API) y la Unión Panamericana de Asociaciones de Ingeniería (Upadi). Vinieron a estudiar y analizar el papel que ha jugado la ingeniería del continente. Y qué mejor que al amparo de la exquisita atención de los antioqueños, meditar alrededor del papel de la ingeniería y de quienes ejercen y practican esta noble profesión. Los ha puesto a pensar en que es necesario reconocer con profunda humildad que la aplicación de los severos conocimientos adquiridos en las aulas universitarias no constituye axioma alguno. Y que otras variables, aparentemente ajenas a la profesión, deben ser escuchadas para obtener las mejores soluciones para el bienestar del hombre y el entorno que lo rodea que al fin y al cabo debe ser el objetivo de los esfuerzos colectivos. Obrar en otra forma conduce a la no deseable condición de convertir a la profesión en subalterna porque al no tener en cuenta otros factores diferentes a la rigidez matemática, se está dejando a un lado la vocación de liderazgo que le corresponde, porque si no se oyen las inquietudes del mundo, la verdad nacida de la rigidez del claustro, no  tiene por qué coincidir con lo que le conviene a la sociedad. En fin, temas de esta índole y otros como son los planteamientos de cómo se estima  la formación de los estudiantes que  van a relevarnos en el futuro.
En el marco de los primeros cien años de la SAI, para la cual van nuestros parabienes y felicitaciones así como para todos los miembros de esta institución que tantas satisfacciones le ha proporcionado al país, ha sido una insuperable ocasión para debatir temas propios de la profesión que también lo son de la Sociedad Colombiana de Ingenieros. Han sido unos días de reflexión y alegría para la comunidad de la ingeniería continental.