ALFONSO ORDUZ DUARTE | El Nuevo Siglo
Viernes, 5 de Agosto de 2011

Mujer que no gasta…


“Necesidad es madre de todas las industrias, dice otro proverbio”


…MARIDO  que no progresa. Es una máxima, aforismo, dicho, proverbio o refrán, como quiera calificarse, que oí hace un par de años por fuera del país y que no se me ha olvidado. Así como puede constituirse en una patente de corso para la esposa dilapidadora y gastadora sin límites de clase alguna, también puede constituirse, su aplicación, en acicate para el progreso de la familia que básicamente está constituida por el marido, la mujer y los hijos por los cuales deben velar los dos.


Pretendo ser un feminista a toda prueba comenzando porque opino que cuando se habla de hombre y mujer respecto a su condición propia, es como si cada uno, formara parte de un ejército enfrentado al otro que se llaman entre sí el sexo opuesto. No, los sexos no son opuestos sino complementarios; nos necesitamos mutuamente, comenzando por la procreación misma. El uno sin el otro no la hace posible. Ahora que se ha querido dar beligerancia y reconocimiento a aquellas personas en las cuales la naturaleza se ha equivocado, me flaquea la inteligencia para ubicarlas. Pero cuando se trata de hombres y mujeres para quienes la naturaleza no les ha jugado una mala pasada, las reglas son unas y mal se pueden aplicar a quienes no sienten la atracción propia entre seres de los sexos complementarios.


La mentalidad femenina constituye un mundo tan ajeno y distinto a la masculina que nos hacemos incomprensibles unos a otras u otras a unos, para complacer a las feministas recalcitrantes que abogan indiscriminadamente, en algunos casos con cierta razón, por la igualdad de derechos y oportunidades. Han querido renunciar a las manifestaciones de afecto y consideración a los cuales nos enseñan a los hombres desde niños como es abrirles la puerta, cederles el paso, arrimarles el asiento, etc., para referirme a las normas de cortesía que ellas han querido que sean abolidas porque somos iguales. Pero no, no somos iguales porque la naturaleza, la Divina Providencia para los creyentes, nos hizo distintos.


Como pensamiento he tenido uno que desde luego no se puede realizar sino en la mente, pero eso sí, confieso, sin éxito alguno. Es el de introducirme en la mente femenina; el escritor colombiano García Márquez ha podido adentrarse en este mundo tan ajeno al masculino, en su monólogo Diatriba de amor en contra de un hombre sentado. Todo aquel que lo ha leído o visto en escena debe estar conforme conmigo, en que si no ha sido objeto de la totalidad de esta extraordinaria Diatriba por lo menos en algunos momentos de la exasperación de la protagonista, sí lo ha sido.


Estoy en absoluto acuerdo con la máxima del encabezado. La necesidad es madre de todas las industrias, dice otro proverbio y si al hombre se le crea la necesidad de complacer a su mujer, se hace más productivo. Perdónenme mis congéneres de sexo, pero la realidad es esa.