Alejandra Fierro Valbuena, PhD | El Nuevo Siglo
Viernes, 21 de Agosto de 2015

“Invitación maravillosa que no podemos dejar pasar”

UNA ODA A LA DEMORA

Tiempo con aroma

 

EL  libro El aroma del tiempo. Ensayo filosófico sobre el arte de demorarse, del filósofo coreano-alemán Byung-Chul Han, publicado en mayo de este año, hace una invitación maravillosa que no podemos dejar pasar. Su sugerente título ya nos anticipa que lo que vamos a encontrar no es un ensayo de filosofía como lo tendemos a imaginar: complicado y tedioso. Es un verdadero ensayo filosófico en el sentido pleno de la palabra, pues pone de relieve la vocación a la verdad del quehacer filosófico y su peculiar modo de conectar con la realidad; en éste, la filosofía es la pariente más cercana de la poesía, que no cesa en su esfuerzo por aproximarse a aquello que nos trasciende, a la esfera de aquello que intuimos crucial pero que no alcanzamos a captar en su totalidad. Proponer el aroma como clave de comprensión del tiempo es un ejercicio poético que logra develar cuestiones que de otro modo no pueden ser captadas ni comprendidas. Ya en ello, el libro de Han es un ejercicio sugerente.  

Una oda a la demora es, en estos tiempos, un clamor por lo perdido. Nos hemos acostumbrado a un estilo de vida acelerado, lleno de actividades, sin espacio para el no hacer. Esa velocidad que creemos haber conquistado con el avance tecnológico y las comunicaciones, no nos garantiza lo que esperábamos. Pretendimos, ingenuamente, que al ser más rápidos ahorraríamos tiempo. Si acortamos las comunicaciones –pensamos-  ahorraremos los meses que tardaban las cartas en llegar a su destino. Esa lógica, aplicada a todas nuestras acciones, nos prometía un paraíso temporal. Con tanta rapidez muy pronto acumularíamos mucho tiempo de sobra. Vivimos bajo ese sofisma y en el momento de sacar las cuentas, vemos decepcionados que el tiempo ahorrado no es tal.  Es más, nos asomamos a la vertiginosa realidad que nos anuncia una escasez de tiempo, que no es más que la imposibilidad de vivir con tranquilidad.

Han señala que esta aceleración nos lleva a una discontinuidad que no esperábamos. La velocidad hace que se pierda el hilo conductor de nuestras acciones. Nos vemos abocados a una fragmentación tal, que nos es difícil encontrar el sentido en lo que hacemos . Lo que entreteje el paso del tiempo, esa narrativa que articula los hechos, es a lo que Han llama aroma.

“El tiempo comienza a tener aroma cuando adquiere una duración, cuando cobra una tensión narrativa o una tensión profunda, cuando gana en profundidad y amplitud, en espacio. El tiempo pierde el aroma cuando se despoja de cualquier estructura de sentido, de profundidad, cuando se atomiza o se aplana, se enflaquece o se acorta. Si se desprende totalmente del anclaje que le hace de sostén y de guía, queda abandonado.”

El arte de demorarse es el arte de dotar de sentido la propia vida. A veces pensamos que el sentido se encuentra fuera de nosotros y lo anclamos en el enjambre (otra de las metáforas de Han) de información y experiencias que nos ofrece la sociedad. La demora nos obliga a volver sobre nosotros mismos, a conocernos, a mirar hacia dentro. Nos obliga a desprendernos del mundo y su velocidad. Nos permite comprender verdaderamente nuestra condición temporal.